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Cuando Taehyung fue liberado de las mazmorras, Jimin no supo qué hacer. No sabía como ayudarlo o saludarlo, y ni siquiera sabía si Taehyung quería verlo. Bueno, tocarlo. Escucharlo.

Se acercó a su cabaña de todos modos, pensando que Taehyung no podría continuar su trabajo como herrero en su estado. Sin embargo, le demostró lo contrario cuando al abrir la puerta encontró a Taehyung metiendo una larga pieza de hierro en el horno, cuyo extremo estaba tornándose amarillo debido al calor.

–Hola, Jimin –dijo Taehyung. Como si nada hubiera pasado y esto solo fuera un día normal. Taehyung simplemente trabajaba y Jimin le observaba hacerlo, molestándole para que saliera a jugar o besarle hasta dejarle sin aliento.

–¿Cómo has sabido que era yo? –preguntó. Taehyung rió.

–No seas tonto. Puede que esté ciego, pero no estoy muerto.

Jimin sonrió a duras penas y avanzó hasta quedar tras Taehyung. El chico no se giró y, en su lugar, continuó con su trabajo. La atmósfera entre ellos estaba siniestramente calmada. Al menos el olor a muerte se había ido, siendo reemplazado con metal quemado y carbón. Aromas de los vivos.

–¿Estás seguro de que quieres verme? –inquirió Taehyung. Jimin frunció el ceño, tomando una de las manos de Taehyung para que no las ocupara con otras cosas. Taehyung detuvo sus movimientos con reticencia.

–Claro que sí. Claro que sí, idiota.

–Tiene peor aspecto a la luz del día, ¿sabes?

Jimin suspiró, tirando del brazo de Taehyung para hacer que se girara hacia él por fin. Eso hizo, aunque muy despacio. El paño se había ennegrecido ligeramente, probablemente por el contacto con el estúpido humo de Taehyung, y la sangre de sus mejillas había desaparecido. Sin embargo, la sangre estancada circularmente sobre cada uno de sus ojos, no. Jimin luchó consigo mismo para mantenerse tranquilo, y se mantuvo así por Taehyung. Fingió que no podía ver la carne arruinada sobresaliendo por debajo del trapo. Fingió que no se estaba imaginando el aspecto que tenía Taehyung bajo el trozo de tela.

Alzó las manos y las colocó sobre cada una de las mejillas de Taehyung, feliz de sentirlas cálidas bajo las yemas de sus dedos. Tenía la piel más fría en las mazmorras. Más pálida. tenía mejor aspecto.

–Así estás mucho mejor –insistió Jimin, sirviéndose se una pequeña risa hipada para contener sus lágrimas. –Ahora ya no me podrás convencer de que te ayude limpiando el suelo nada más que para poder mirarme el culo.

Taehyung rió también, inclinándose para besarle. Se desvió de su objetivo unos cuantos centímetros, y Jimin ajustó rápidamente la posición de sus labios para que Taehyung pudiera encontrarlos completamente. El beso fue cálido y seco. Fue como si todas sus noches sin dormir fueran reparadas y el opaco dolor en su pecho pudiera, finalmente, tomarse un respiro.

Se quedó con Taehyung todo el día, indiferente a su padre llamándole para que fuera a ayudar en las cocinas, escupiéndole cada vez que asomaba la cara e incluso blandiendo una de las planchas calientes de Taehyung como arma para ahuyentarlo. Taehyung estuvo riéndose todo el rato, e incluso más cuando Jimin le dijo que no tenía gracia. La parte en la que el chico no se mostró tan contento fue cuando Jimin insistió en cambiarle los vendajes, quedándose en silencio con una expresión más bien infeliz.

–No quiero que lo veas –dijo Taehyung en voz baja mientras evitaba que las manos de Jimin lograron desatar el nudo situado tras su cabeza.

–¿Por qué no? –preguntó Jimin, genuinamente ofendido.

Taehyung bufó. –Sabes por qué. Me han mutilado... no va a ser bonito.

–No te voy a cambiar los vendajes para ver lo bonito que es, Tae –dijo Jimin a la defensiva, intentando liberar sus brazos del agarre de Taehyung, pero no consiguiéndolo ni de lejos. Taehyung suspiró y Jimin deseó poder verle los ojos para descifrar apropiadamente sus sentimientos pero, desgraciadamente, eso no era una posibilidad.

–Por favor, tan solo déjame con mis últimos restos de dignidad –murmuró Taehyung en su oído. Su aliento produjo unas agradables cosquillas sobre la piel de Jimin. –Déjame llevar esta carga por mí mismo. Permíteme alguna forma de orgullo en mi aspecto que me asegure que quizás quieras seguir conmigo.

–No me importa tu aspecto –dijo Jimin, más bien herido. –¡Si me importara, en primer lugar no habría estado contigo! P-pedazo de... buey.

Taehyung rio, al parecer destentándose algo. –Lo sé. Pero a mí me importa. A mi estúpido cerebro me importa.

Jimin se desplomó en el suelo, sintiéndose agotado. Sabía que Taehyung tenía todo el derecho a que respetara sus límites y sabía que no debería sentirse herido porque Taehyung se negara a mostrarle su yo más vulnerable. Se acurrucó al lado de Taehyung, descansando la cabeza sobre su hombro. Habían sido un par de largos días para ambos. Daba la sensación de que ayer mismo habían estado jugando con las cabras y comiendo bayas debajo de la encimera de las cocinas.

–Acaríciame el pelo –murmuró Jimin, sujetando con fuerza el brazo de Taehyung. Echaba de menos que Taehyung hiciera eso. Solía quedarse dormido así, y últimamente sentía que no le era posible descansar a menos que recuperara esas reconfortantes caricias. Algo con lo que mellar los estremecedores nuevos cambios y sentimientos que no cesaban de atravesar su cuerpo.

–Con gusto –dijo Taehyung, sonando tanto divertido como cariñoso. Sus largos dedos encontraron su camino hacia el pelo de Jimin, jugando con los mechones antes de echarlos suavemente hacia atrás, y el chico no fue capaz de recordar otra ocasión en la que se hubiera dormido tan rápido.

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hey cuanto tiempo!!
espero que estéis bien :)

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2019 ⏰

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