-Hola, amor, ¿que ha ocurrido?
Raven sonrió por el otro lado de la línea al verlo siempre preocupado por ella.
-Nada, tranquilo, Damian- tomo aire- ¿cuánto te queda para salir del trabajo?
-En unas horas estoy en casa. ¿Es que ha pasado algo?
-No- sonrió- ten cuidado, por favor.
-Te quiero- colgó.
Tras esperar varias horas pensando cómo iba a decírselo el manto de la noche ya había caído sobre el cielo de Gotham.
Sonrió ilusionada al oír la llave girando por la cerradura de la entrada.
Se escondió en su dormitorio y esperó.
Esa noche los problemas de Gotham habían sido más problemáticos que de costumbre. Y el murciélago tenía que estar ahí quiesiera o no.
Sonrió aliviado al llegar a casa solo por verla.
-Raven, ya estoy en casa- levantó la voz cerrando la puerta.
Silencio.
-¿Rachel? - puso postura de ataque.
Dió un paso por la alfombrilla que ella le obligó poner al llegar siempre con sangre o barro a casa.
Algo crujió bajo su pie derecho.
Levantó el pie alerta.
Una nota.
"Ve a la cocina"
Avanzó por el pasillo silencioso hacia la cocina.
-¿Raven?
La cocina estaba vacía y su frustración iba creciendo.
Había otra nota sobre la mesa en la que solían desayunar juntos todas las mañanas.
"Mira arriba"
Levantó la cabeza apretando los puños.
Otra nota pegada al techo.
Solo Raven llegaría ahí flotando.
Se fijó en la letra. Se parecía mucho a la suya."Lávate las manos"
Casi por instinto se dirigió al fregadero con cuidado.
Miró dentro.
-¿Botines? - destensó los músculos confundido.
Unos botines azules claros de lana más pequeños que su mano.
-¿Qué demonios...? - masculló confuso.
Hizo una pausa para pensar mientras no quitaba la vista de los botines.
-...zapatos de bebé... - murmuró- ¡Raven!
La aludida salió entre risas de su escondite tras la puerta de la cocina.
-¿No será qué...?- le brillaron los ojos.
La joven se llevó una mano a la barriga y lo miró sonriente.
-Sí.
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PÁGINAS CORTAS
FanfictionPequeñas historias que algún día se olvidaron en mi cabeza One shots Damirae