INVASORA III

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Raven se sentó con un remolino de emociones en su estómago en el sitio que le correspondía.

Nerviosismo, angustia. Incluso miedo.

Por supuesto que no hubiera salido ha cenar esa noche ni loca. Pero el chantaje de la alienígena de la torre la convenció para reunir el orgullo necesario para salir ahí afuera... Y pegarle una patada en la cara a esa hija de-
Es decir... para recibirla la cena de bienvenida...





"Por qué demonios estoy aquí..."

La hechicera intentó no hacer contacto visual con nadie. Esa noche lo más interesante del mundo eran sus pies bajo la mesa.
Desechó de inmediato la idea de salir corriendo, o abrir un portal o saltar por la ventana.

"Trágame tierra..."-suplicó.

En cuanto entró al lobby común, notó todas las miradas clavadas en ella. Hasta los fríos y odiosos ojos de la arquera. Pero Damian...Damian ni se había inmutado con su presencia. Siguió hablando con la nueva integrante como si ella no existiera. Y eso solo hizo que su sangre hirviera más.

"¿Quedaban palomitas en la despensa, Rachel?"- preguntó divertida esa voz molesta en su cabeza.

"Calla y disfruta del show..."

Y ahí estaba. Sufriendo en silencio. Con un asqueroso platillo tamariano frente a ella.

Maldita Kori chantajeadora...

Durante la cena se mantuvo callada. Hubieron risas, explicaciones de como funcionaba el equipo... Pero ni el líder ni la hechicera habían dicho palabra. Raven solo podía pensar en la que le caería después y en un explicación convincente.

"Es el hijo de un detective súper héroe, imbécil... Qué Azar se apiade de mí..."






Cuando terminó la tortura no perdió más tiempo en salir escopeteada de allí.
Sin pensar ni adonde iba, acabo en el borde de la azotea, mirando la ciudad iluminada y el cielo repleto de puntos brillantes.
Su suspiro se transformó en una nube de vaho al entrar en contacto con el aire.

"Joder, qué frío. Abrígate niña"- rechistó como una niña pequeña.

Otro suspiro.

El aura tan conocida (y molesta) de cierta persona entró en su radar.

Se giró cuidadosa para enfrentar sus ojos azules orgullosos.

-Qué quieres-fue más una orden que una pregunta.

-¿Yo?-sonrió- yo nada, bruja. Solo vengo a atarte la correa.

" ¿BRUJA? Solo él puede llamarnos así, perr-"

"Calma. O las dos saldremos fuera de control..."- la regañó apretando con fuerza los puños.

Rachel intentó controlar su otro lado y alzó una ceja escéptica.

-Escuchame bien. Por que no pienso volver a repetírtelo, demonio- se acercó a ella con unas grandes zancadas rápidas que le hiceron retroceder un poco.

" ¿Me vas a pegar?"- sonrió para adentro.

-Damian es MÍO. ¿Está claro? Y como te acerques a él te clavarle una flecha en cada uno de tus jodidos ojos.

La hechicera observó su rostro rojo de ira y sus ojos refuljiendo peligro hasta con diversión.

-Robin no es un objeto que se pueda o no tener. Además, quién dice que yo éste interesada. Me importa una mierda lo que hagas con tu vida, pero más te vale no meterme a mí en ella- devolvió con una firmeza e indiferencia propias de ella.

Oyó unos aplausos lentos y sarcásticos en su mente.

La arquera entre abrió la boca, pero la volvió a cerrar apretando más su ceño furioso.

-Estate alerta, demonio.

Y con esa frase, dio media vuelta y desapareció tan rápido como llegó.

"Vaya. Lo has dicho con mucha convicción, querida. Pero ambas sabemos que son puras mentiras..."

-No tengo por qué aguantar a ninguna hija de puta en mi vida. Que haga lo que quiera- repitió en voz alta para solo convencerse a sí misma de la mentira.

"Eso. Sigue repitiendotelo haber si te lo crees..."










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