CONSEJOS DESESPERADOS II (FINAL)

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Estaba tan emocionado.

La adrenalina en su sangre sumada con el viento frío de la noche en su rostro lo hacían sentir casi invencible. Aún más de lo normal.

Recorrió todas las calles, sin importarle en absoluto los semáforos rojos y los pitidos junto a los insultos de los otros conductores por casi atropellarlo.

Pero no le importaba.

Sin saber muy bien por qué, llegó a la entrada de la torre con su pecho subiendo y bajando de la emoción.

Casi saltó de la moto antes de pararla, tiró el casco negro y verde junto a ésta, mal aparcada, y entró prácticamente corriendo al gran edificio de mutantes.

Atravesó la sala común, sabiendo perfectamente que la hechicera ya se encontraría allí.
Aún no sabía muy bien lo que iba a hacer, pero por primera vez en su vida decidió obedecer a alguien. Sin importar que fuese el alocado y molesto de su hermanastro.

Subió rápidamente por las escaleras, sin perder el tiempo en esperar el ascensor. No podía quedarse quieto.

Abrió con brusquedad a puerta de la azotea y se tomó unos segundos para al menos respirar.
Se quedó estático en su sitio al reconocer la delgada espalda de la medio demonio parada en el bordillo del edificio, bajo un cielo aún repleto de estrellas.

Abrió la boca pero las palabras no surgían. Se quedaban atascadas en su garganta.

Por supuesto que ella ya había sentido su aura desde que bajo corriendo de la moto, pero decidió esperar. Si se trataba de Damian, debía de ser algo muy importante.

Rachel se dió la vuelta lentamente, confundida por el aspecto abrumado y las emociones desordenadas de su compañero de equipo.

El menor de los Wayne ando extrañamente tranquilo hacia ella, casi hipnotizado por sus ojos brillantes, su cabello algo alborotado por el leve viento de la ciudad y su pijama azul oscuro.

En ese momento su mente se quedó en blanco como nunca.

Rachel titubeó ante su aspecto acalorado.

-¿Damian? ¿Que te pasa?

La palabras de Todd resonaban en su cabeza una y otra vez.

"Bésala, bésala, bésala... "

Sacudió la cabeza frustrado.

-Damian-susurró.

Levantó la vista hacia sus ojos amatistas y tragó saliva.

-¿Estas bie-?

"Solo bésala"

De no ser por que la sujetó por su brazos ella se habría desplomado en el suelo de la sorpresa.

Era realmente adictivo.

Damian se separó de sus labios tras unos segundos. Sin arrepentirse absolutamente de nada.

Rachel lo miró con la boca entreabierta, las mejillas encendidas y los ojos abiertos como platos.

"No creo que haya sido tan malo... "

Damian apretó los dientes ahora algo preocupado por que su amiga no reaccionara.

-¿Rachel...?

-¿Que... acaba de pasar...?

-...Lo siento.

La pelinegra destenso su músculos.

-¿Por qué te disculpas?

Y ahí fue cuando por primera vez no supo la respuesta a una pregunta.

Observó atentamente al chico en silencio hasta que, sin ser consciente de sus actos, lo agarró de su camisa negra atrayendolo hacia sus labios.

Y ahora el sorprendido fue él.

La siguió torpemente al principio aún en shock. Era increíble. Sus labios encajaban a la perfección, sus cuerpos ahora lo más juntos posibles parecían uno solo.

Se separaron unos centímetros, con las respiraciones entrecortadas y las mejillas rojas, en busca de aire.

-¿Lo siento...? -murmuró Rachel con una leve sonrisa.

-Tengo que seguir consejos idiotas más a menudo... -y volvió a atraela hacia él.

Ya iría después a agradecerle a su molesto hermano, cuando no estuviese...ocupado.













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