LA APUESTA

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Estaba cansado.
Pero no quería admitirlo. Mucho menos sí ella estaba allí. Observándolo atenta mientras flotaba en el aire.
Llevaba varias semanas con esta rutina. Ella lo observaba entrenar para controlar que no se pasase. Antes de eso Robin podía pasarse más de cuatro horas entrenando sin parar. Y eso molestaba a la chica. No le gustaba que Robin menospreciase así su salud.

Y él la observaba mientras meditaba. Por alguna extraña razón le calmaba.
Su nueva y peculiar rutina.

Le dolían las manos y ya le costaba respirar. Pero haberlo dicho hubiera sido un golpe bajo para su alto ego.

Pronto Raven dejaría de flotar y apagaría el simulador. Era la primera vez que realmente estaba impaciente.

-Damian, deberías parar ya, pareces cansado - su voz se coló en su cabeza atravesando sus pensamientos.

Terminó de atravesar a uno de los hologramas con la espada y se giró para enfrentarla. Intentando sin muchos resultados no parecer sorprendido. Aunque ya que su amiga era una hechicera, no había de qué sorprenderse. Pero que pudiera leer sus pensamientos con tanta facilidad...

-No estoy cansado... - resopló volviendo a darle la espalda.

No pudo verla, pero apostaría a qué había levantado una ceja escéptica ante su mentira.

-Seguro... - oyó cómo sus silenciosos pies llegaron al panel del simulador y los hologramas restantes cayeron al suelo cómo polvo brillante verde.

El chico reprimió una sonrisa. Al fin había acabado.

Salió de la zona del simulador y se acercó a guardar su espada en la baina bajo la atenta mirada de Raven esperándolo para regresar juntos cómo acostumbraban.



-¿Estás bien? Pareces cansada - le preguntó mirando el leve tono violáceo bajo sus ojos através del humo de su taza.

-Tranquilo. Estoy bien. Anoche dormí poco, nada más - respondió con su habitual indiferencia tomando un sorbo de su taza.

-Pesadilla.

-Exacto.

Después del entrenamiento de Damian diario, dictaron tomar su bebida correspondiente juntos, sentados en la isla del comedor. Uno frente al otro.

Empezaron a hablar de su última misión. Una conversación digna de solo dos compañeros de equipo. Sin darse cuenta, acabaron hablando de su pasado y hobbies.

Y de pronto terminaron haciéndose preguntas íntimas.

-Seguro que beso mejor que tú... - murmuró sonriendo observando su taza ya vacía. El tiempo pasaba tan rápido cuándo estaba con ella...

Lanzó el comentario tan sin pensar ante la historia recién contada de Raven, que incluso él se sorprendió.

-Oh, dudo mucho que hayas besado a alguien alguna vez... - respondió ella alcabo de una pausa pintando una sonrisa desafiante en sus labios.

El chico frunció el ceño ante esto dando por acertada la frase de su amiga para después arquear una ceja y contraatacar.

-¿Ah, sí...? ¿Entonces besas mejor que yo?

-Es probable... ¿Te apuestas algo, chico maravilla...?- sonrió pícara.

-Lo dudo. Yo ganaría.

-Qué pena que no podamos comprobarlo... - se burló bajando el tono y levantándose del taburete.

Damian resopló. Algunas veces Raven podía ser tan-

-Me voy a dormir - dirigió la mirada al cielo negro detrás del gran ventanal - se ha hecho muy tarde. Buenas noches, Damian - y con un leve movimiento de la mano se esfumó por el pasillo.

 PÁGINAS CORTAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora