CAPÍTULO 10

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TRIS PRIOR

-¡No!

Abrí los ojos de golpe, llevando por instinto las manos a mi garganta. Comencé a toser con arcadas al mismo tiempo que intentaba evitar que mi corazón se saliese del pecho. 

-¡Mal, mal, mal! ¡Fatal!- Escuché a duras penas cómo Jeanine despotricaba sobre mí al otro lado del cristal.-¡Tienes que actuar ante la simulación!

Me había negado a cooperar. Desde mi discusión con Caleb decidí no mover ni un dedo por Erudición, limitándome a moverme de una habitación a otra y mantenerme callada. Obviamente eso había tenido sus consecuencias. Me dolían las costillas de los golpes que recibía diariamente, tenía un pequeño surco de sangre reseca de mi nariz, provocada por las veces que era sometida a las simulaciones; mis piernas a penas podían sostener mi cuerpo debido a que en ocasiones, por desobedecer,  me mantenían sin comer durante horas...

En resumen, estaba hecha mierda.

Dejé que mi peso muerto siguiera sujeto por los cables que me encadenaban a esa simulación y me abría las puertas al infierno.

-Muchachos.- La voz familiar del guardia que controlaba a todas las personas que tenían que vigilarme las 24 horas del día mandó a los guardias llevarme de vuelta a mi cuarto.

-Espera.- La voz de Jeanine puso mis cinco sentidos alerta. Que ella abriera la boca no podía ser nada bueno, nunca lo era.

Al instante todas las personas que iban a ocuparse de mi cuerpo moribundo pararon como si se hubieran congelado e permitieron el paso a su líder. No disimulé la mueca de asco que mi cara mostró cuando ella se colocó delante de mí.

-¿Te diviertes haciendo lo que te de la gana?- Me preguntó, el veneno destilando en cada letra.

Ja. Si pudiera hacer lo que me diese la gana estaría muy lejos de aquí desde hace mucho tiempo.

Me mantuve en silencio sin desviar la mirada de sus fríos ojos azules.

Ella se acercó hasta estar a centímetros de mi cara para empezar a hablar.- Date cuenta de que lo único que consigues con esto es retrasar lo inevitable. No vale la pena. Todos estos golpes que se muestran en tu piel podrías evitarlo.- Sin quitarse los guantes, retiró en dobladillo de mi escote para mostrar un gran moretón que crecía en mi piel.- Por cierto.- Volvió a mirarme.- Tienes un aspecto horrible.

Me estaba provocando, lo sabía de sobra. Quería buscar la manera para que reaccionara violentamente contra ella. Probablemente para tener una razón para castigarme, o simplemente por placer y aburrimiento. Quién sabe. El caso es que estaba funcionando.

-No pareces tan valiente ahora, ¿eh?- Me retó entornando los ojos.

Su sonrisa de victoria y suficiencia, creyendo que me tenía domesticada, se ensanchó. 

-¿Cómo se siente?- Encontré la fuerza suficiente para que las palabras salieran de mi garganta sin toses de por medio.

-¿El qué?-Jeanine frunció el ceño en forma de confusión, mas no hizo desparecer la cercanía entre nuestras caras. Un error demasiado grave para un erudito.

Como fui enseñada en osadía, aproveché ese segundo de confusión para hacer algo que seguramente me costaría caro. Pero ella lo había buscado. Escupí directamente en su cara, observando con una pizca de burla como su cara se transformaba a una de espanto.- Tener babas divergentes por toda la cara, estúpida.

De inmediato tuve alrededor de seis cañones de pistolas apuntando directamente a mi frente, ansiosas por ser disparadas y derramar un poco de sangre. Cuatro tenía toda la razón, era una impulsiva y no podía evitarlo, pero no me avergonzaba de ello.

Insurgente ¿Sin guerra?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora