CUATRO
-¿Nos estáis pidiendo que luchemos en una guerra?- Preguntó uno de los abnegados que habíamos reunidos.
-No hemos tocado un arma en nuestra vida.- Apoyó otra con una expresión de determinación. Nunca pensé que fuera tan difícil convencer a un abnegado.- Además, tenemos hijos, hermanos y padres a los que cuidar.
-¿Creéis que nosotros no?- Zeke defendió en nombre de los osados.- Al abandonar la sede de Osadía muchos hemos dejado gente muy importante para nosotros, no sabemos si nuestros familiares y amigos están vivos y eso nos quema por dentro, pero hay una gran causa por la que luchar.
Los abnegados se mostraban bastante reacios a actuar a favor nuestra, realmente las dos facciones no habían hecho buenos lazos nunca, ya que mientras ellos eran tranquilos y bondadosos nosotros eramos fríos y ágiles. Ambos bandos continuaron discutiendo sin sacar nada en claro. Yo por mi parte no dije nada, no tenía ni ganas ni fuerzas para discutir con todo lo que tenía en la cabeza. Además, estaba muy ocupado fulminando con la mirada a Cam, quien también se encontraba esquivo. Quería dejarle muy claras las intenciones que tenía.
-Hemos estado enfrentados con Erudición durante meses, nos tienen en el punto de mira y lo último que queremos hacer es enfadarlos en vuestra guerra.
¿Nuestra guerra? ¿Acaso no se habían enterado aún que esta guerra nos involucraba a todos?
-No estoy segura si lo que queréis es hallar la paz en Chicago o recuperar a la rehén de la que me hablasteis. ¿Tanto merece la pena?
Golpeé la mesa con mi puño, provocando que cualquier murmullo que hubiera muriera. Sin embargo, antes de que pudiera abrir la boca alguien se adelantó.
-Os estáis comportando como unos completos hipócritas.- Entrecerré los ojos al escuchar la voz firme de Cam. ¿No que era un chico tímido?- Se supone que vosotros sois abnegados y sois caracterizados por ayudar a los demás.
-Siempre hemos ayudado a los sin facción.- Contestó una.- Ellos siempre necesitan ayuda.
-Bien, pues ahora nosotros necesitamos ayuda.- Dijo el alzando los brazos exasperado.
-¿Qué hacéis vosotros por nosotros aparte de estar molestando corriendo de un lado para otro entre risas y burlas?- Preguntó otro abnegado cruzado de brazos.
En ese momento decidí intervenir.- ¡Por Dios! ¿Sois abnegados?- Me levanté de mi sitio.- Porque yo si lo fui y nunca me enseñaron el comportamiento que vosotros nos estáis mostrando.- Supe que el mensaje había afectado a más de uno al enterarse que yo también fui un estirado, pero ese no era el punto en ese momento.- Me enseñaron a valorar más al prójimo que a mí mismo, me prohibieron la vanidad y el egoísmo.-Alcé más la voz.- Me inculcaron que el altruismo era lo más importante de los abnegados; ¿y qué estáis mostrado vosotros? Todo lo contrario.
-Yo también fui abnegado hasta hace a penas unos meses.- Desvié la vista a Cam.- Y como vosotros también pensaba qué era lo que los osados hacían por nosotros, sentía que eran un estorbo para Chicago. No obstante, no puedo sentirme más avergonzado de los pensamientos que tuve. Mientras nosotros dormimos hay osados que velan noches enteras por nuestra seguridad, hay osados que mueren cada día luchando contra amenazas en Chicago. ¡Nunca! Nunca en mi vida había presenciado con mis ojos unas pruebas de iniciación tan crudas e intensas. ¡Ellos, nosotros no llevamos el título de osados por nada!
Esperamos a que alguno de los abnegados contestara o replicara algo, mas todos se sumieron a un profundo silencio.
-Es verdad, la rehén que está en Erudición es importante para nosotros, para mí.- Recorrí la sala con la mirada.- Se llama Beatrice Prior, estoy seguro que la conocéis.- Observé como las caras de horror y reconocimiento fueron apareciendo en los rostros de los abnegados.- Ella era abnegada y ahora están en manos de Erudición.- Hice una pausa tomando aire.- Pero a parte de rescatarla debemos atacar contra la sede, debemos idear un plan para echar a perder el suyo. ¿Queréis desaparecer, eso es lo que queréis?- Muchos negaron con la cabeza.- Una erudita nos dijo que os veía inútiles para Chicago ¿Vais a dejar que hagan lo que quiera?
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Insurgente ¿Sin guerra?
FanfictionLa vida en Chicago no era la misma desde el día en que la guerra estalló. Ni siquiera sabía si a mi situación se le podía llegar a considerar vida. Había perdido la noción del tiempo y no ser capaz de distinguir entre la luz y la oscuridad me estaba...