TRIS PRIOR
No poder decir que los rayos del sol chocaban contra tus párpados cerrados y somnolientos con la intención de despertarte era deprimente. ¿Por qué había personas que gruñían ante la gran luz del sol despertándoles? Lógicamente, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
En lugar de la calidez del sol, amanecí con unos insoportables dolores en la pierna que descendían hasta el pie, impidiéndome por completo movilizar la extremidad. Además, sentía mi cuerpo totalmente adolorido y no quería ni tenía fuerzas para alzar la mirada hacia mi cuerpo, mas podía adivinar que la piel tendría varias manchas oscuras y algún que otro hematoma.
Hasta respirar me costaba.
Abrí los ojos con pesadez como si tuviera un gran peso encima de ellos y observé con tremenda pena las mismas paredes y el mismo techo de la celda en la que llevaba lo que se me antojaba una eternidad.
-Mierda...-Maldije entre dientes, cerrando las manos en puños y agarrando la tela de las finas sábanas entre mis dedos agarrotados.
-Mel, avisa a la jefa que la prisionera está despierta.- Escuché una voz varonil en un tono monótono, en una orden.
Después de eso no volví a escuchar nada más excepto un desfile de pasos resonando por el suelo.
-Avisa a la jefa que la prisionera está despierta.- Repetí en un tono de burla con la voz ronca. Después, rodé los ojos.- ¿Quiere desearme los buenos días?
Al no recibir ninguna respuesta por parte del guardia seguí buscando sus cosquillas.- ¿Acaso seré tan afortunada de que me traiga el desayuno a la cama? ¡Tengo la suerte del día!- Hice un esfuerzo para qu emi voz no se rompiera.
-Se te quitará la risa orgullosa dentro de unos minutos, osada.- Fue la única respuesta que me dijo antes de sumirse en el mismo silencio de antes.
Chasqué la lengua.- Eres un aburrido.- Dije antes de toser, la garganta escocida.
-Ven y dimelo a la cara.- Dijo con un deje burlón.- Ah, no; que no puedes moverte de la paliza que te han dado.
-Lo gracioso es que se haya necesitado un ejército para tumbarme. ¿Es lo único que tenéis? Patético.- Escupí, el humor había desaparecido sin dejar rastro.
-Oh, querida.- Abrí los ojos con sorpresa ante la nueva voz que no había escuchado venir.- No has conocido ni un ápice de lo que tenemos.
Me quedé en silencio, la furia llenando mis venas.
-No veas las ganas que tengo que poder levantarme y dar un fuerte abrazo a tu cuello con mis manos llenas de dientes afilados...-Comencé a decir, la impotencia por encima de la razón.
-Deja las amenazas a un lado y comienza a actuar, estirada. Tenemos mucho trabajo que hacer y si no te recuperas pronto empezaremos a trabajar aunque tengamos que llevarte en camilla.
-Vas a pagar por esto, Arian.- Le aseguré entre dientes. Lo prometí en mi interior, y yo no rompía mis promesas.
-Todo a su tiempo, ahora tendrás varias preguntas como por ejemplo por qué no estas muerta.-Me indicó y vi de reojo su cercanía.
En ese momento decidí incorporarme aunque el cuerpo me pidiera justo lo contrario. Me sentía indefensa e inútil estando en esa posición. Hice una mueca y traté de ser lo más silenciosa posible al sentarme, soportando todo mi peso sobre mis manos apoyadas con fuerza en el colchón para hacerme el menor daño posible.
Cuando finalmente estaba lo más cómoda que pude, la miré por primera vez a esos ojos felinos que tanto odio me transmitían. Me quedé callada esperando a que prosiguiera con el discurso que estaba segura que se había preparado mil y una veces antes de venir. La perfección ante todo, o eso dicen.
-No te voy a engañar, ya nos conocemos lo suficiente para dejar de lado las formalidades y verdades a medias.- Asentí con lentitud, pues mi cuello gritaba de dolor.- Si por mí fuera estarías cuatro metros bajo tierra desde el primer momento en que te vi, al igual que Eric tuvo la tentación de aniquilarte cuando te tuvimos a nuestra merced. No hubiéramos tenido problema, podríamos haber dicho que te desangraste o tú misma decidiste quitarte la vida antes que ser retenida.
Se quedó callada e instantes déspues supe que no hablaría si no interactuaba con ella. Evité las ganas que tenía de rodar los ojos.- ¿ Y por qué no estoy muerta?- Pregunté con un tono de cansancio.
-Muy sencillo, poder.- Observé como sus ojos brillaron al decir esa palabra.- Me hubiera dado placer haberte disparado entre ceja y ceja, pero soy paciente y prefiero tener poder. ¿Cómo obtenemos poder?- Se preguntó ella misma, parecía una psicópata en esos momentos.- Dando a la jefa lo que quiera, y en este caso eres tú.
-Creía que la jefa eras tú.- Apunté.
-Lo soy, tengo poder sobre algunas personas, pero obviamente hay gente por encima de mí. ¿No te imaginas quién puede ser?- Soltó una pequeña risa sin una pizca de humor.- Te consideraba más inteligente.
- Que rabia que sea yo a quién quiera tu jefa y no tú.- Le dije con una sonrisa torcida.
-Oh, creéme que quiero ser "eso" que ella quiere; no te espera una buena estancia aquí.- Y lo sabía, tenía muy claro que no estaba en esta celda para ser coronada o para convertirme en la hija predilecta de esa jefa. Pero quería intentar sacar información a Arian.
-¿Tan segura estás?- Ladeé la cabeza.- Apostaría algo grande que al ser jefa hay cosas que te conviene que no salgan a la luz. ¿Quién dice que tu jefa no hace lo mismo contigo?- Alcé una ceja para hacer énfasis en mis palabras.
Noté que mis palabras no habían sido bien recibidas por Arian cuando la faceta que hasta el momento había tratado de mantener se había desmoronado. Su mandíbula se hallaba apretada y su ojo derecho parpadeaba repetidamente como si tuviera un tic.
-¿Estás bien?- Me mordí el labio inferior para controlar la carcajada que subía por mi garganta.- Se te ha olvidado parpadear con el otro ojo.
Ese comentario hizo enfadar aún más a Arian, cuyo rostro se encontraba como un tomate.
Vi venir su mano hacia mi cara, y si hubiera estado más en forma y sin cardenales por todo el cuerpo, podría haber esquivado el golpe que impactó con fuerza en mi mandíbula e hizo que todo mi rostro girara.
-Que no se te olvide que ahora mismo tu vida pende de un hilo; compórtate mal con Jeanine y tu cabeza estará fuera de tu cuerpo cuando menos te lo esperes.- Su voz había perdido la tranquilida que había disimulado y por su posición podía asegurar que tenía ganas de golpearme varias veces más.
Toda mi atención se centraron en sus palabras, mas cuando quise preguntar ya estaba cerrando la celda para largarse. Abrí los ojos con sorpresa y un frío se instalón en mí al escuchar sus palabras.
¿Jeanine?
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Insurgente ¿Sin guerra?
FanfictionLa vida en Chicago no era la misma desde el día en que la guerra estalló. Ni siquiera sabía si a mi situación se le podía llegar a considerar vida. Había perdido la noción del tiempo y no ser capaz de distinguir entre la luz y la oscuridad me estaba...