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El mensaje llegó esa mañana apenas encendió su teléfono. Le pareció extraño que Adrien quisiera reunirse a tan tempranas horas. Después de todo, ella mejor que nadie sabía que los asociados de Gabriel's tendrían una importante reunión precisamente al
mismo tiempo.

No era realmente necesario estar allí para ella, simplemente grabaría todo y luego comentaría los detalles con Gabriel, el cual siempre se mostraba flexible en cuanto a sus caprichos.

Marinette sabía que era por culpabilidad, podía saborearla a kilómetros. Desde el momento en el que entró a su oficina con las acciones que su madre le había dejado en su testamento, posicionándola así, en uno de los puestos más altos.

Le había pedido anonimato, después de todo era parte crucial de su plan y él, a pesar de ser una gran tarea, se la había concedido.

Gabriel era el único que conocía su identidad dentro de la empresa y no podía creer que después de tanto tiempo, hubiera guardado el secreto tanto de los demás trabajadores, como de su secretaria e incluso de su propio hijo. La verdad era que de este último dudaba un poco y es por eso que prefería ocultar su nombre hasta tener claro que era lo que realmente sabía Adrien.

Pero así como la confianza que Gabriel depositaba en la misteriosa Ladybug iba creciendo, también lo hacía el miedo y odio de Marinette.

Recordó la pequeña caja que el mayor de los Agreste poseía en uno de los cajones de su escritorio. En ella reposaba una fotografía de Sabine resguardada recelosamente junto el pequeño montón de cartas que había encontrado en una de las pocas visitas que realizó en secreto para husmear por su oficina.

"Cabello azabache, tez blanca, pequeña" Fueron algunas de la palabras que contenían los escritos y para ella no había duda; se referían a su madre.

Cada vez más pruebas se iban acumulando, cada vez las sospechas eran más ciertas, cada vez la realidad era más palpable.

Se le hacía inmensamente falso el actuar del Agreste mayor y creía que en cualquier momento intentaría hacerle daño.

Es por eso que ella se encargaría de actuar primero.

Volvió a mirar la pantalla y se estiró perezosa sobre la gran cama.

11:24 P.M
"Necesito verte, mañana por la mañana a las 11:00 en Fouquet's"

De inmediato reconoció el nombre del discreto café, Adrien tenía buen gusto y sería una buena oportunidad para terminar de atraerlo hasta sus redes.

Sonrió contra el aparato, aún le quedaba tiempo para pasar al gimnasio antes del tan esperado encuentro.

Las pesas no eran de su gusto. Por lo menos no tanto como la corredora o los abdominales, los cuales tampoco valoraba demasiado... La verdad era que odiaba el ejercicio en general, pero tenía que hacer algo para mantener su figura cuando los "Viernes de Donas" eran recurrentes entre Alya y ella.

— Hoy llegaste temprano. — Un chico a su izquierda llamó esa atención de la que pocos eran dichosos.

— Qué hay, Nath. — Lo saludó de un amistoso choque de puños, como solía marcar a todos los que consideraba amigos y nada más.

Fue cuando se dio cuenta que últimamente había estado chocando puños con todo el mundo y en más de dos semanas no había coqueteado con nadie más que no fuera el menor de los Agreste.

— ¿Como te fue ayer? ¿Lo hice bien?

— Lo hiciste excelente, algún día te pagaré el favor.

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