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Todo iba de maravilla para Marinette, frente a ella habían un par de mejillas sonrojadas, mucha confianza y un corazón que latía tan fuerte como el suyo. O eso hasta que el cerebro del chico entró en razón y la azabache pudo percibirlo de inmediato a través de sus facciones.

Una extraña, eso era.

Sin embargo, algo lo empujaba a aceptar la invitación, a tomar su mano y dejarse llevar hasta donde esos azules llamaban.

— Hey... Estaba pensando...— Miró a su alrededor en busca de algo que no lo arriesgara tanto. La última vez que había seguido a la chica por sus locuras, ambos terminaron en una azotea, solos, ella desnuda y él con un deseo tan grande que solo pudo sacarse al autocomplacerse en la intimidad de su hogar.— ¿Por qué no mejor un café? — La sonrisa boba que apareció en su rostro terminó por convencer a Marinette.

— ¿Y a donde crees que nos dirigimos? — Preguntó divertida. — ¿A tu departamento otra vez?

— Graciosa. — Dijo entre dientes y entonces una interrogante comenzó a molestarlo. — ¿Cómo...? ¿Cómo me encontraste? — Preguntó Mirándola con los verdes fijos en un punto perdido.

Metió sus manos a los bolsillos del pantalón, se negaría a entrar aquel auto sin respuestas.

— Una rápida búsqueda en internet y google me arrojó más resultados de los que me hubiese gustado ver.

— Imagina los que arrojó con "Mari" — Hizo comillas con sus dedos consiguiendo una carcajada de la chica. — Intenté buscarte... ¿Sabes?

— Te dejaré una cosa clara; — Anunció con superioridad. — Si yo no quiero que me encuentres, entonces no lo harás jamás. Así que no te esfuercez.

Él hizo una mueca, pero tenía que aceptarlo, era hábil escondiéndose y aquello le parecía aún más sospechoso.

— Entonces... Ya sabes quién soy, ¿Verdad?

La chica resopló agotada por la situación. — Eres el hijo de Gabriel Agreste, el heredero de Gabriel's. — Rodó los ojos.

Si Adrien comenzaba a presumir de la gran riqueza que algún día obtendría, lo patearía lejos del auto en ese preciso momento.

— Si lo sabes... — Murmuró.

Desde ese instante la visión que poseía de la azabache había cambiado. La posibilidad de que solo fuera una aprovechadora tomaba fuerza en su cabeza.

— ¿Qué? — Exclamó ella manteniendo la compostura. — ¿Acaso piensas que solo quiero relacionarme contigo por tu fama? — Se le hacía muy divertido, pero lo analizó mejor y viéndolo desde un punto externo parecía tener bastante sentido.

Adrien tardó en contestar, pero le sostuvo la mirada, confirmando sus dudas. — Yo...

— Escucha Agreste, tan solo me pareciste divertido, un chico herido que necesitaba algo de distracción, un buen amigo... — Acomodó un mechón tras su oreja. — Se me hace algo difícil hacer amigos... — Mintió. — Aunque tus chistes no sean los mejores... — Lo observó con ambos azules deslumbrantes, inclinándose un poco para pronunciar el escote. Los ojos del chico no tardaron en bajar y subir en un rápido movimiento. — Además... — humedeció sus labios antes de hablar y por reflejo, Adrien la imitó. — ¿Para qué negarlo? Me pareces interesante.

— ¿I- interesante? ¿y-yo? — Lo había hecho de nuevo, había bajado la guardia.

— Claro que tú, bobo... Digamos que... — Apartó un mechón rubio que caía por el rostro contrario. — Me gustas un poco.

Un leve sonrojo adornadaba las mejillas de la chica el cual era minúsculo a comparación de Adrien, quién poseía un rostro de completo carmín.

Ella ya había comenzado a acercarse, lenta pero progresivamente.

• Petits Mensonges • MLB AU • +18 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora