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Caminó cada vez más rápido hasta el lugar correcto. — Un segundo. — Pidió levantando su índice hacia Alya y Adrien para luego entrar a la cocina y cerrar la puerta tras ella.

Entonces lo vió, con el delantal atado a su cintura, un paño de cocina sobre el hombro y su rostro manchado con diversos tipos de condimentos.

Maldijo cuando el exquisito aroma de la comida inundó sus fosas nasales. ¿Qué intentaba Couffaine esta vez?

— Oh... ya estás aquí. — Comentó con voz pícara al advertir su presencia. — Es una pena, quería tener la cena lista para cuando llegases.

Se acercó dos pasos hasta ella y Marinette retrocedió los mismos. — Eres muy amable, Luka. — Sonrió con falsedad, interponiendo sus manos como una barrera. Su confianza había cambiado, no era la misma que hace un mes.

— No quería que estuvieras sola, no hoy. — Susurró estirando sus dedos hasta esos cabellos rebeldes que escapaban del perfecto orden entre los demás.

— Gracias... eres un buen amigo. — Remarcó la última palabra dejando en claro sus intenciones. — El mejor de todos. — Agregó en busca de hacerlo sentir reconfortado, demostrarle que aún significaba algo para ella.

Quería ser completamente sincera con él, ya no podía darle falsas esperanzas, las mismas fueron las que en un comienzo desataron todos sus problemas.

Luka podría ser celoso, estupido y sumamente insistente. Pero era un excelente amigo, alguien en quien quería volver a confiar.

Él la observó inexpresivo, como si aquellas palabras que acababan de salir desde la boca de la azabache hubiesen sido mudas. — ¿Qué pasó ayer con el Agreste? Supongo que tu plan sigue en pie. — La chica tragó grueso. ¿El plan seguía en pie? ¡Demonios! Ni ella misma tenía aquella interrogante clara.

— N-no lo sé... — Dijo a pesar de conocer cuán incorrecta era esa respuesta.

Apretó los labios cuando oyó el sonido de la espátula caer con fuerza sobre la sartén. Luka debía tomar lecciones para controlar su ira urgente.

— Tiene que ser una broma... — Exclamó forzando una sonrisa cínica. — ¡Tiene que ser una maldita broma, Marinette! — Elevó la voz sin siquiera percatarse.

— Deja de gritar ¿Quieres? — Pidió desesperada entre dientes, con miedo de que Adrien entrara a la cocina y se armara el drama del siglo. A pesar de que sabía que tarde o temprano sería inevitable. — ¿Cuantas veces me has pedido que deje todo esto en el pasado? ¡Me rogaste que dejara a mamá descansar en paz!

Así era, Luka había estado en contra de los planes de la chica desde que ella se los detalló, sin embargo al ver como la relación entre ella y el Agreste se había salido de control, no tuvo más opción que incentivarla a llevar a cabo su venganza, quizás luego de aquello Adrien podría odiarla y se separarían de una vez por todas, a pesar de que aquello pudiera resultarle perjudicial.

— Eso era antes de que comenzaras un maldito amorío con el hijo de su propio asesino. — Y luego de decir tal frase, su estómago se revolvió y sintió unas náuseas gigantescas. — ¿Dónde está tu moral, Marinette? — Preguntó con la hipocresía invadiéndolo.

— ¿Por qué estás echándome todo esto encima? — Apretó los dientes y se encaminó hasta quedar tan cerca de él como su coraje se lo permitía. — ¿Qué tan miserable quieres que me sienta?

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