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El cuarto de baño estuvo en silencio durante unos segundos, los necesarios para que Marinette se percatara de cuán jodida estaba.

— ¡¿Qué tu padre quiere qué cosa?! — Exclamó al encontrarse totalmente sorprendida.

— Lo que oíste — Contestó frustrado y algo intimidado por el repentino cambio en el tono de voz. — Qui-quizás quiere fortalecer lazos entre sus trabajadores o algo así.

Marinette permaneció con su semblante pensativo, tocando por mera costumbre la parte en donde estaría el bolsillo trasero de su pantalón, buscando su móvil y encontrándose eventualmente con la piel desnuda de sus nalgas.

¿Le habría mandado un mensaje? ¿Siquiera llamado? ¿Por qué Gabriel no le había consultado antes? ¿Qué era lo que se traía entre manos esta vez? — Hijo de puta. — Pensó mientras la imagen del de canas pasaba por su cabeza.

— ¿En persona? — Volvió a preguntar, inconsciente de su extraño actuar.

— Sí, al parecer ella también estará presente como diseñadora en el estreno de la nueva línea. — Suspiró resignado. — Papá dará una fiesta luego del espectáculo y supongo que es allí donde nos conoceremos.

— Y-ya veo... — Masculló por lo bajo y el rubio elevó una ceja curioso.

— ¿Sucede algo? — Inquirió buscando su mirada.

— ¿Qué? ¡C-claro que no! — Dijo sonriente, agitando su mano en el aire.

— Hmmm... — Los dedos del chico rascaron su mentón insatisfecho. — Yo creo que sí.

— Te equivocas. — Volvió a insistir ella.

— Será que... ¿Estás celosa? — Las mejillas de la chica se encendieron por completo ante el mero hecho de creer que Adrien la había descubierto. — ¡Lo sabía! ¡Estás celosa! — Exclamó efusivo, confundiendo las señales y la azabache por fin pudo respirar tranquila.

— Sí... tal vez esté un poco celosa. — Aceptó siguiéndole el juego en lo que parecía ser su vía de escape. — Y es que últimamente ha sido tan buena contigo, quizás es porque le gustas. — Agregó con un puchero inocente, colgándose de su cuello mimosa. — Digo, mírate. ¿Quién podría resistirse?

Una peculiar carcajada salió desde la boca de su contrario. — Imposible e incluso si así fuera, yo no tendría ojos para alguien que no fueras tú. — Comentó acercándola desde la cintura. — Además, estoy seguro de que detrás de esa computadora hay una anciana decrépita que solo busca dominar el mundo. — Bromeó antes de plantar un beso en sus suaves labios.

Lo de dominar el mundo, pues ¿por qué no? — Se encogió de hombros divertida. — tienes razón, no tengo de qué preocuparme, ¿verdad?

— Así es... — Dijo con sus frentes juntas, retirando de a poco su prenda superior.

— ¿Aún te desagrada? — Preguntó Marinette en un tono bastante natural forcejeando con la tela.

— ¿Quién? ¿Ladybug? — asintió algo temerosa, recorriendo el torso desnudo del chico. — No es que no me agrade... quiero decir, al principio la detestaba pero ahora... — tragó grueso de tan solo recordar lo intimidante que aquella robótica voz solía ser. — Creo que le temo.

La chica parpadeó perpleja un par de veces, analizando las inesperadas palabras de su contrario. — ¡¿Le temes?! — Adrien asintió con una avergonzada sonrisa en su rostro. — ¡¿a Ladybug?!

— S-sí... — La azabache retuvo lo más que pudo la carcajada en su garganta, sin embargo luego de unos cuantos segundos se le hizo imposible.

— Adrien, es solo una chica. — Dijo respirando ya con normalidad.

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