— ¡No! — Gritó alterada, entrando en aquella desquiciada realidad donde todo se iba por completo a la mierda.
— ¿Q-qué? — Adrien titubeó fuera de lugar, lo último que se imaginaba como respuesta era un certero y desconcertante rechazo.
Max percibió la tensión en el ambiente y retrocediendo un par de pasos hasta la ventana, donde fingió contestar una llamada con intensiones de dejarle espacio a la pareja.
— No puedo aceptarlo... Quiero decir, no así... — Confuso, Adrien elevó una ceja extrañado por la reacción de la chica.
— ¿Por qué? — Marinette se relamió insegura, y tomó aire para comenzar con la mejor excusa en la que su mente pudo trabajar en ese momento.
— Si trabajo con tu padre tendrá que ser por mi propio mérito, no por... por ti.
El joven suspiró decepcionado, y encontró en ella sus ojos repletos de pánico. — No sé que más darte... sabes que te regalaría el mundo si tan solo me dejaras, pero no lo haces... así que te pido que tomes este regalo, no podrá ser mucho pero por lo menos ya tienes algo con lo que empezar. — Sus manos se aferraron a las de ellas, suplicantes. —. Marinette, déjame hacerte tan feliz como tú me haces a mi... por favor.
Los ojos de la joven fueron desde su novio hasta la blanca hoja sobre la mesa. Allí estaba, la venganza que tanto deseaba, su meta final, él porque de su existencia y sin embargo, no lo quería.
Ella ya tenía otra razón para luchar, otro estímulo para despertar cada mañana, estaba a su lado, dando lo mejor de sí mismo para dotarla de dicha, aún cuando su mera presencia iluminaba cada uno de sus días.
— Adrien... — Musitó, intentando buscar las palabras correctas para explicar el embrollo que había detrás de aquella simple firma, pero lamentablemente era imposible encontrarlas. —. Él va a perdonarte si se lo dices, lo sabes, lo conoces bien... no va a dejar de amarte por un error del pasado... no puede. — Susurró su mente, ausentando la malicia que la caracterizaba.
— Por favor... — Pidió otra vez, con sus ojos adheridos a ella, encerrándola en un callejón sin salida donde la negación no parecía ser una opción. — Di que sí.
La chica bufó, angustiada, enfadada consigo misma y con unas ganas inmensas de llorar. Pero la mirada llena de esperanza de su contrario la calmó y finalmente fingió una sonrisa agradeciéndole en forma de un pasional abrazo.
Estaba asustada, tan aterrada como nunca nadie lo había estado del futuro. Deseó congelar ese preciso momento, quedarse para siempre entre el calor de sus brazos.
Adrien sonrió besando su mejilla. —. Te amo, nunca lo olvides. — Le dijo ella, admirandolo con sus azules repletos de ilusión.
— Y yo a ti... — Respondió el rubio y rápidamente depositó una pluma en sus manos.
Marinette se aproximó hasta el escritorio, alcanzando el papel y finalmente dejó su temblorosa firma en él, logrando aquello que por tanto tiempo había deseado, y que en ese preciso instante ya no significaba nada.
El rostro de su madre apareció por un instante en su mente y aquello le revolvió el estómago, puesto que por fin el deseo de venganza se desvanecía y la dejaba ir, junto al remordimiento de su ineptitud. Jurándose a sí misma jamás utilizar su poder en contra de Adrien.
Sin embargo, a pesar de todas las promesas que se hacía, en su interior sabía que no podría esconder lo obvio por mucho tiempo; Marinette Cheng por fin era propietaria de la mayoría de las acciones de Gabriel's y por consecuencia, jefa de su actual suegro.
ESTÁS LEYENDO
• Petits Mensonges • MLB AU • +18 •
FanfictionTodo comenzó como un plan, uno que se salió de control, uno que involucraba al primogénito de los Agreste, uno que la ayudaría a descubrir al asesino de su madre. Sin embargo desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron, ella entendió que...