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— ¿Por qué tienes esto? — Preguntó desorientada y Adrien le sonrió conmovido. — ¿De dónde sacaste esta fotografía? — La muchacha abrió los ojos sorprendida. — Gabriel debió decirle algo... — Pensó, sofocándose con su propia respiración. — ¿Acaso me descubrió? — El pánico poco a poco comenzaba a hacerse presente, llevándola al peor de los escenarios, uno en donde perdía al amor de su vida. Adrien, yo no... — Se apresuró a decir, tomando sus manos con fuerza mientras la expresión del rubio se tornaba curiosa y el teléfono caía sobre las sábanas.

Sin embargo, el molesto sonido del aparato anunciando una llamada la interrumpió. — ¿Pero qué...? — Musitó Adrien al desconocer el número en la pantalla.

— ¿Por qué Alya te está llamando? — Cuestionó ella al reconocerlo y el joven simplemente se encogió de hombros.

— Ni siquiera sabía que tenía mi número...— Rascó su cabeza, y animó a Marinette a contestar.

Apenas la chica deslizó su dedo por el símbolo, la histérica voz de su amiga retumbó por la habitación. — ¡Adrien! ¡¿Has hablado con Marinette?! — Vociferó la morena al otro lado de la línea, obligándola a alejar el móvil de su oído por la seguridad de su tímpano. — ¡Nadie sabe dónde demonios está, no la he visto desde ayer y creo que...!

— Hola, aquí Marinette, ¿Se puede saber que necesitas?  — El silencio que oyó luego de interrumpir aquella frase fue sepulcral. Podía ver en su mente a Alya maldiciéndola tan bajito como solía hacerlo antes gritarle.

— ¡Tú maldita niña malcriada! ¡¿Crees que todo esto es muy gracioso?! — Y allí estaba.

— Pues, yo me estoy partiendo de risa, pero a juzgar por tu tono, supongo que para ti no. — Adrien se carcajeó a su lado, admirando divertido la situación.

Ugh... un día de estos vas a terminar matándome. — Bufó. — Como sea, ¿dónde has estado?

Por ahí, ya te contaré luego... ahora no es el mejor momento, Alya.

— Entiendo, entiendo... por cierto, feliz cumpleaños. — Terminó por decir, Marinette hizo una mueca cuando vio la mirada de Adrien iluminarse. Al final no había logrado mantenerlo en secreto. — ¿veinticinco ya? ¿Qué esperas para darme sobrinos?

— Alya, por favor, dime que no estás planeando una fiesta. — Tan sólo obtuvo silencio por parte de su contraria. — ¡Alya!

— ¡No! ¡No! — Exclamó por fin. — Sé que las odias.

— Gracias... — Habló ya más calmada. — ¿Nos vemos esta tarde? Tengo algunas cosas que contarte. — Dijo mientras sus ojos viajaban al hombre a su lado.

— ¿Es algo bueno?

— Sí... — Murmuró a través del micrófono. — Es algo maravilloso.

— ¡No se diga más! — Rió la morena. — Nos vemos esta tarde en tu departamento.

Apenas la llamada se cortó, Adrien no aguardó ni dos segundos antes de abalanzarse sobre la azabache, atacándola en un beso desesperado. — ¿Por qué no me lo dijiste? — Cuestionó antes de que ella respondiera a su muestra de afecto.

— Porque eres el tipo de persona que hace regalos tan costosos como innecesarios. — Reveló atrayéndolo.

— ¿Costosos e innecesarios?

— Ya sabes, como un collar de diamantes, un deportivo, o... un anillo... — Su voz fue bajando paulatinamente mientras se acercaba a la última palabra.

• Petits Mensonges • MLB AU • +18 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora