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Sus pies avanzaban casi por inercia, la resequedad en su boca era molesta, casi tanto como el aroma a alcantarillado que las bodegas dentro del aparcamiento desprendían.

Luka lo obligó a ingresar a una de ellas, dejando caer su cuerpo en una silla.

Sus piernas yacían débiles debido a las tediosas y largas horas que permanecieron dobladas en el maletero del automóvil, y su cabeza dolía demasiado como para centrarse en otra cosa que no fuera el martirio por el que pasaba.

— ¿Qué es lo que quieres? — Cuestionó mientras el de mechas ataba sus manos con cierta rudeza. Era en esos momentos en donde Adrien se arrepentía de no haber tomado aquellas clases de defensa personal en las que tanto Gabriel como Nathalie habían insistido. —. Si es dinero te daré lo que quieras, Luka... tan solo aléjate de Marinette y de mi.

Luka suspiró y ejerció más presión sobre las débiles muñecas del rubio. —. ¿Aún no lo captas? Lo último que quiero es alejarme de ella. — Dijo, con la voz dotada de una firmeza impresionante.

— ¿Es por ella qué haces esta estupidez?

— ¿Estupidez? ¿Realmente piensas que esto es una estupidez? — Lo rodeó para poder mirarlo a los ojos, esos endemoniados verdes que habían cautivado a la chica de sus sueños, mismos que en ese momento lo fulminaban con el mismo odio que Marinette le otorgaba últimamente y entonces se percató de que no era más que una de las tantas manías que Adrien le había contagiado. —. Ella y yo estábamos bien antes de que llegaras tú.

— Pues discúlpame. — Mencionó el rubio entre dientes. —. Tampoco fue mi intención quitarte a tu... ¿No novia? — Una mueca de desagrado apareció en los labios del pelinegro. —. Porque, por lo que sé, jamás tuviste ni una sola oportunidad con ella, incluso en esos años cuando yo aún no aparecía en tu camino.

— Cállate. — Ordenó, retirando el arma de sus pantalones, aún sin apuntarle al muchacho.

Adrien palideció y por un mísero segundo se rindió ante la posibilidad de salir con vida de aquel cuarto.

— Tu no sabes Adrien, no tienes idea por todas las mierdas que Marinette y yo hemos tenido que pasar. — El rubio permaneció en silencio, furioso por su impotencia ante la situación. —. Y siempre, maldita sea... ¡Siempre hay alguien que quiere separarme de ella! — Revolvió su propio cabello, observando al suelo y expresando junto a una mueca su disgusto ante aquel recuerdo del pasado que en ese instante se hacía presente en su cabeza. —. Incluso... su madre.

— ¿Su madre? — Se atrevió a cuestionar Adrien.

— Esa anciana tenia los días contados desde el primer momento en el que me quiso alejar de su hija. Y así como tú, no demoré ni un par de días en hacerla desaparecer.

— ¿La...? ¿La asesinaste? ¿Asesinaste a la madre de Marinette?

El cuerpo de Couffaine se paralizó. "Asesinar" era una palabra increíblemente fuerte, una que nunca había usado para referirse aquel fatídico incidente en su vida, sin embargo, no por eso errónea.

Volteó hacia el rubio cambiando su expresión a una repleta de ira al ver el pavor de Adrien, observándolo como si fuera un monstruo. Y apenas pudo soportar la idea de los ojos de Marinette viéndolo de la misma forma.

— Tenía diecisiete años y se acercaba el cumpleaños número doce de Marinette. — Comenzó, adentrándose en sus pensamientos más oscuros, buscando quizás en Adrien consuelo ante aquella fechoría que había llevado a cabo, y a pesar de que sabía que no lo encontraría, al menos sacaba algo de peso de sus hombros revelárselo por fin a alguien luego de tantos años. —. Le enseñé un vestido que había comprado para Marinette, uno pequeño y blanco. Uno con el que siempre había querido verla. —. Se pasó la mano por el cabello, hartándose al ver la expresión asqueada de Adrien, pues era la misma que le había dedicado Sabine en ese entonces. —. Ella me dijo que era una niña, que Marinette no usaría ese tipo de cosas... y eso me enfureció. — Para entonces los azules de Luka yacían únicamente en el suelo. —. Pero entonces Sabine halló una de las cartas que le escribí a Marinette... y luego otra, y otra hasta que tuvo la desfachatez de prohibirme ver a su hija.

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