Tras la muerte de su hermana mayor y la aparición de una nueva familia en el pueblo de Ashbourn, Blas Stanford se ve envuelta en un gran misterio: ¿acaso su hermana cometió suicido o...la asesinaron?
Todas las respuestas que busca solo se las puede...
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-Capítulo 1-
Ni temas ni desees la muerte.
(Marco Valerio Marcial)
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Oscuridad.
Solo veo oscuridad al abrir los ojos. Pero no es eso lo que me aterra, no. Es el miedo, un sentimiento que se incrusta en lo más profundo de mi corazón para acabar con el recuerdo de mi hermana.
No quiero olvidarla. No quiero olvidar su nombre, su risa o lo que se sentía al abrazarla. Es aterrador ver el dolor que deja su partida, el vacío y el frío que suben por mi cuerpo para congelarme el alma. Hace seis años despedí a mi padre. Hoy, toca decirle adiós a mi hermana Loraine.
Mamá cree que la familia Stanford está maldita, repite sin parar que la desgracia sobre nosotros se debe a que no hemos ido a la iglesia cuando debimos. Papá decía que todo pasa por algo, que cada paso dado deja una consecuencia de por medio.
Con la muerte de Loraine, sin embargo, aprendí dos cosas. La primera: no puedo salvar a todos. A veces cargo sobre los hombros ciertas responsabilidades que son ajenas a mí, pero que, a fin de cuentas, las siento propias. Papá murió de cáncer, porque fumaba mucho, porque no se cuidaba. Era demasiado chica para comprender que el mal se esconde incluso en hábitos inocentes. O en sentimientos. Eso fue lo que le pasó a mi hermana. Amó tanto a un hombre que la traición la llevó a la perdición.
La segunda, pero no menos importante, la muerte lo cambia todo. Nos altera a niveles terroríficos, implanta en nuestros corazones una oscuridad aterradora. Después del fallecimiento de mi padre creí que todo mejoraría, que los miedos y las pesadillas que atormentaban a mi familia se irían.
Me equivoqué.
Hoy camino sobre un pasto húmedo repleto de barro por las tormentas que azotan últimamente a Ashbourn, un pueblo ubicado en medio de la nada al norte de Georgia. Hace frío, los árboles comienzan a marchitarse, el cielo sobre nosotros es un manto gris que nos advierte de una llovizna.
-La familia Furry está aquí, no creí que Loraine siguiera en contacto con ellos. Vi a los Gateway allí, dejaron un ramo de flores sobre el ataúd. Y... ¿dónde están? ¿Los Farrewell vinieron? -pregunta mamá a mi lado. Pasa un brazo por debajo del mío, un mechón de pelo se le escapa de aquel rodete improvisado-. Sí, ahí están-me señala con un movimiento de barbilla unos metros más adelante, donde cuatro personas vestidas de negro se detienen frente al ataúd de mi hermana-Míralos...-pronuncia mamá con un dejo de desaprobación en la voz-, no puedo creer que vinieran...después de todo lo que le hicieron a Loraine...jamás los perdonaré.
-Mamá...
Logan, el prometido de mi hermana, es al primero que observo. El viento le corre el cabello oscuro de la frente, pero él no se inmuta en absoluto. Arrastra la mirada azulada por todo el lugar, estoy segura de que cuenta los oficiales de policía que mamá pidió para custodiar el entierro.
