Tras la muerte de su hermana mayor y la aparición de una nueva familia en el pueblo de Ashbourn, Blas Stanford se ve envuelta en un gran misterio: ¿acaso su hermana cometió suicido o...la asesinaron?
Todas las respuestas que busca solo se las puede...
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-Capítulo2-
El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad.
(Giovanni Papini)
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La semana pasa rápidamente, y con ella, el recuerdo de Loraine. Se sienten extrañas las mañanas sin su compañía, las tardes son y las noches...las noches parecen eternas, un momento en donde la mente me juega en contra con pensamientos introvertidos. Insomnio. Por más que trate de dormir, no puedo. Cierro los ojos y veo su rostro, una cara hermosa y delicada como porcelana que se transforma en un horrible monstruo con cuernos y ojos oscuros, una boca repleta de dientes filosos que se abre para cortarme la garganta.
Y entonces despierto. No son las pesadillas ni las imágenes aterradoras las que me impiden dormir, no. En parte son las sombras que comienzan a danzar en la oscuridad. Aparecieron después del funeral, se mueven por doquier, de esquina en esquina, me persiguen, me siguen incluso al salir de casa.
Las veo incluso ahora, en la fila del supermercado. Están ahí, se mueven como si fueran humo, una niebla oscura amorfa que de pronto toma la figura de un ser alargado que se encorva contra el techo, de extremidades largas terminadas en largas garras.
A veces es una sola, camina de aquí para allá, huele el aire con un rostro negro, el humo que se desprende de su cuerpo desaparece con el aire. Otras, son muchas. Cuando se presentan en manada, son pequeñas, del tamaño de un humano, y son rápidas. No tienen ojos, no escuchan por lo que pude corroborar. Solo...huelen el aire como si estuvieran buscando algo, giran la cabeza de aquí para allá rápidamente, y cuando algún olor les llama la atención, todas salen disparadas hacia allí, se amontonan para fundirse en una figura sola.
La fila avanza, y cuando lo hago yo también, uno de esos pequeños monstruos se aproxima a mí a toda velocidad. Yo me aferro a las bolsas de galletas y a la caja de huevos cuando el ser oscuro pega un salto para alcanzarme. Pero algo sucede, su cuerpo humeante me traspasa cual fantasma y yo soy incapaz de moverme. Una serie de imágenes vienen a mi cabeza cuando el monstruo me envuelve en su oscuridad: un mar de olas rojas, un castillo en ruinas sobre piedras flotantes, sangre, vidrio por doquier, un grito piadoso, dos figuras con cuernos luchando entre sí con espadas en mano y, entonces, todo culmina cuando el monstruo me atraviesa por completo.
La fuerza del impacto me tambalea hacia atrás, un chico me sostiene para impedir que caiga.
-Lo siento, yo...lo siento.
-¿Estás bien?
Tiene unos lindos ojos marrones, cabello castaño, jamás lo vi en mi vida. Debe de tener mi misma edad, con Lleva una campera gris abierta, lo que deja a la vista la camisa blanca que cubre su cuerpo. Yo me volteo, busco al ser que acaba de traspasarme como si fuera un fantasma, pero no está.
