☙ Capítulo 3

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—Capítulo 3—

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—Capítulo 3—

La mayoría de las personas tienen miedo a la muerte porque no han hecho nada de su vida.

(Peter Alexander Ustinov)

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Sostengo la bolsa con el pote de helado frente a la puerta de los nuevos vecinos y espero a que mamá termine de arreglarse.

—¿Crees que...? — Mamá me mira al borde de las escaleras. Termina de acomodarse los volados del vestido largo—, ¿Crees que esto es lo mejor que podemos hacer?

Lo entiende perfectamente. Sabe a qué me refiero. Seguir adelante, pasar página y comenzar de nuevo. La muerte es algo que consume a uno lentamente, hasta que eres lo suficientemente fuerte como para hacerle frente.

—Es lo mejor que podemos hacer—repite mis palabras en una afirmación. Me estrecha entre sus brazos, yo cierro los ojos, disfruto de su calor—. Mientras tanto dejemos que los policías se encarguen de lo más difícil. Ahora—me toma de las mejillas y me sonríe—, hay que dar una buena impresión a los vecinos.

La casa de al lado siempre le generó una fascinación a mi madre. La conoce perfectamente, ha estado dentro miles de veces puesto la quiso comprar en varias oportunidades, cambiar un poco el ambiente pequeño de casa por uno más grande y amplio.

Llamamos a la puerta varias veces hasta que Betty nos atiende. Va vestida elegantemente, con unos pantalones de vestir y una camia blanca de mangas largas. La observo detenidamente, intento encontrar aquella extraña falla que vi esta mañana, pero parece que todo ha sido producto de mi cabeza.

—Pasen, pasen—exclama divertida y con euforia—. Hace demasiado frío para que estén a la intemperie.

Por dentro, la casa es totalmente diferente a lo que me imaginaba. Las paredes están pintadas con un color bordó y solo hay un cuadro colgado en el vestíbulo: una pintura abstracta en blanco y negro. La tinta negra, semejante a la neblina espesa de los bosques que rodean a Ashbourn, parece moverse en cuanto me detengo a verla.

Mamá roza su hombro con el mío al pasar junto a mí. Ahora, la pintura no es más que un cuadro estático en la pared.

Hay cajas por todos lados, lo que demuestra también que no han terminado de desempacar sus pertenencias. Sillones de un tono verdoso en lo que es el cuarto de estar, decorado con almohadones blancos y amarillentos. Una mesita ratona en medio de los sillones, con una pequeña estatua de un halcón encima.

Betty nos conduce ahora por lo que es el comedor: una mesa cuadrada de madera con sillas de tapado negro y una gran biblioteca al fondo, en donde descansan varios tomos de tapa dura.

La casa, sin embargo, parece algo tétrica. Después de haber visto un rostro macabro en la señora Betty en el entierro de mi hermana y de haber presenciado una extraña falla en su cuerpo, los nervios me suben por los pies y me congelan la piel a una velocidad vertiginosa.

✔ Tenebris/ Los hijos del Diablo  1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora