Capítulo 24

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—Capítulo 24—

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—Capítulo 24—

Quien instaura el odio no son los odiados sino los que odian primero.

("Pedagogía del oprimido", Paulo Freire)

—¿Quieres que te lleve al médico? —pregunta Gale al entrar al baño.

Me quedo allí entre medio del lavamanos y la ducha, con la toalla contra el pecho sintiéndome pequeña, indefensa, inútil. Porque todos parecen decepcionarme.

—No necesitas preocuparte por mí.

Gale se apoya contra el sobresaliente de la puerta. Me mira achinando los ojos, tratando de comprender lo que me pasa. Lo cierto es que opté por no decir nada, por no contarle lo que pasó con mi familia, ni con Scott, ni con Audrey. Además, no creo que él pueda recordar nada de eso. No creo que sea capaz de acordarse lo sucedido la otra noche.

Quién lo diría, ¿no? Cuando menos te lo esperas, los amigos pueden traicionarte. Pero en cierta parte no la culpo, no. Porque Scott está implicado en lo sucedido, claro que sí. El angelito que llevo en el hombro derecho me susurra "tu amiga hizo bien. Al fin y al cabo, te vengaste. Porque Xander es el hermano de Scott. Y Scott es un demonio. Los malos siempre van tras las rejas". Y el diablo en mi hombro izquierdo, vestido de negro con ojos oscuros, me susurra "Escápate ahora, dile a Scott que está en peligro. Huyan juntos ahora que pueden. Terminen con todo de una vez y será tuyo. Será tuyo, será tuyo..."

Pero Scott es un demonio. No pueden atraparlo. ¿O sí?

—Me gustaría saber lo que piensas—dice Gale, sacándome de mi ensimismamiento—Así tendría más posibilidades de ayudarte.

—¿Por qué quieres ayudarme?

—Pues porque...eso hacen los amigos, ¿cierto? —y me siento una estúpida por preguntar una cosa así tan obvia—Relájate. Date una ducha y después ven a comer algo. Sabes que puedes quedarte el tiempo que quieras.

—De acuerdo—se da media vuelta para irse—Gale—pronuncio su nombre y me observa de reojo—Gracias. Por todo—y antes de que se pueda retirar, agrego: —Por lo de las salidas, por...ya sabes. Eso.

Me dedica una sonrisa tímida.

—Mi casa, tu casa—susurra.

Cierra la puerta detrás suyo en cuanto se va.

Prendo la ducha y me interno bajo ella. Tomo literal lo que dijo Gale, que me dé el tiempo necesario para calmarme. Y eso hago. Dejo que el agua caliente me cubra toda y en cuanto tomo el jabón y lo esparzo en la esponja como si se tratase de mantequilla, descargo toda la ira que vengo acumulando.

Me saco la suciedad del cuerpo con la esponja roja de mano. Refriego sobre la piel lo más fuerte que puedo, como si aquello pudiera hacer que me olvidase de todo lo sucedido hasta ahora. De los demonios, de las muertes y de Stacy. De mi hermana, de Audrey y mi madre. De Scott.

✔ Tenebris/ Los hijos del Diablo  1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora