V. El secreto.

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El verano casi llegaba a su punto final pero, aún así, nuestras escapadas con Dahlia siempre tenían lugar. ¿Cómo era posible que la pasara tan bien con una persona?
Me perdí entre mis pensamientos mientras fijaba mi mirada en el intenso verde de las hojas en los árboles. Dahlia sufría mucho. ¿Qué podría hacer yo para mejorarlo? La gente dice que el amor lo soluciona todo. No, no... Es idiota pensar eso. Ella ni siquiera llegaba a tener autoestima pese a tener un montón de encantos; su inteligencia, su humor, su mirada, su sonrisa... y su físico era simplemente perfecto.

- ¡Hey!- me gritó Dahlia sacándome de mi ensimismamiento. - ¿Vamos a caminar?

- Sí, dale.

Cuando salíamos con Dahlia teníamos el tiempo muy contado. Los padres eran demasiado controladores y generalmente no la dejaban andar cuando el cielo estaba oscuro. Pasamos por un supermercado y nos llevamos unos jugos. Caminábamos a la par y en silencio.

- ¿Vamos a dormir a tu casa?- pregunté insegura.

Dahlia llamó a los padres y ¡sí, íbamos a pasar más tiempo juntas!
Llegamos a eso de las siete de la tarde y nos pusimos a leer libros viejos y la historia de Hurligham, el lugar donde vivíamos. La madre, Claudia, estaba concentrada en preparar la cena y el padre miraba una vieja película en la televisión. Al terminar de cenar, tuvimos la magnífica idea de ver una película que a ambas nos encantaba: Whiplash. Ya la habíamos visto la semana anterior con Moon, pero a ambas nos parecía una obra de arte. Desde el soundtrack hasta el reparto. La pasión y el sacrificio del músico realmente nos emocionaba.
Miramos la película dos veces y nos pusimos a contarnos secretos.

- Dale, empezá vos.- murmuré ya que sus padres estaban durmiendo.

Dahlia abrió el block de notas de la computadora y escribió para que su secreto aparezca en la pantalla.

"Estoy a favor de la legalización de la marihuana pero siempre digo que no"

- ¿Ese es tu secreto? No me parece nada malo. - dije entre carcajadas ahogadas. Me sorprendía su inocencia. - Yo también estoy a favor, no te voy a juzgar.

Ya era tarde, bastante tarde en verdad. El reloj daba las cinco de la mañana y decidimos ir a descansar, estábamos agotadas. Tendríamos todo el día de mañana para seguir juntas.

Resiliencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora