Capítulo 49

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Sus perfectas manos recorren mi nuca, sus labios contra los míos son poesía pura.  Me separo de él, lo miro. El universo de sus ojos me envuelve. Me embriago de él.

—Vamos, muero de hambre—Tomo su mano y lo encamino hasta el comedor.

Toma asiento. Yo me dirijo hasta la cocina. Regreso al comedor con dos platos con una porción de comida cada uno. Esteban trae una botella de vino, sirve en las copas, brindamos por nosotros, por nuestra relación, por él. Comenzamos a comer, la cena es cálida, Esteban está sumamente feliz, no esperaba una cena en su cumpleaños.

—Gracias Pequeño. Todo esto—Mueve las manos señalando su alrededor— Es un detalle sumamente bello. Nunca nadie lo había hecho, me enternece. Gracias por estar conmigo todo este tiempo, me fascina tu presencia, me hace sentir tan seguro. Tranquiliza mi alma, toda la maldita ira se ha reducido. Te lo debo a ti y a las terapias—Sonríe.

—Gracias a ti Esteban.

—Por cierto, ¿porqué traes un shoker? No creo que sea una buena combinación junto al traje.

—No lo sé, creía que se vería cool. Va con mi estilo.

—¿Un shoker para una sesión BDSM va con tu estilo?

Me sonrojo.

—Sí.

—Un shoker que por cierto, estaba en mi bodega sexual—Habla lleno de lujuria.

—Pues, estaba guardando el postre para el final. ¿O prefieres pastel de chocolate?.

—¿Postre?.

—Sí.

Oh joven Vega. ¿Se atrevió a robar las llaves de mi pequeña bodega?.

—Sí—Contesto automáticamente. Mi entrepierna comienza a vibrar. Esto era lo que quería.

—Se merece un castigo joven Vega. Debe aprender a no tomar las cosas que no son suyas sin permiso.

—¿Va a castigarme?.

—Claro que lo haré. Ahora, desvístete—Ordena.

Me levanto de mi lugar, él hace lo mismo. Sin renegar. Desabrocho lentamente los tirantes junto con la camisa,  el arnés de látex se asoma. Esteban lo ve, mi acción lo calienta. Me arranco la camisa y los pantalones, sólo me quedo con el suspensorio y el arnés que va de mi entrepierna hasta mis hombros.

—En tu habitación, hay ciertas prendas que quiero usar esta noche contigo, Profesor—la forma en la que hablo es lenta y seductora.

—Me parece perfecto, aunque, no te salvas de tu castigo. Te espero arriba en quince minutos.

Mis entrañas se revuelven, necesitaba este ardor en mi alma. Esteban desaparece del comedor. Me quedo seducido, sin aliento, deseando a Esteban.  Los quince minutos pasan eternos, cuando al fin llega el momento de subir, me pongo nervioso, como si fuera la primera vez que tuviera algo que ver con Esteban. En las escaleras inunda el olor a Manzana y canela de las velas. Es sutil, candente. La puerta de su habitación está cerrada, camino lentamente, la excitación está en su punto máximo. Con manos temblorosas, toco la puerta con mi puño.

—Adelante—Esteban contesta con ese tono de voz que me derrite.

Giro la perilla, abro la puerta lentamente. Lo que veo hace que la sangre fluya por mi sexo, las piernas me tiemblan; Esteban se encuentra sobre la cama, semidesnudo, lleva el jockstrap con su arnés. Tiene una mano en su pecho, acariciando su pezón, cierra los ojos, muerde su labio inferior mientras su otra mano se encarga de auto complacerse, La mano de Esteban bombea su erecto pene. Me quedo congelado, mis ojos recorren todo su cuerpo; pecho, abdomen, pene, piernas, pies. Sus pies, en la forma en que está acostado se ven sumamente sexys.

—Te encantaría volver a probarlos, ¿Verdad?—La voz de Esteban está llena de erotismo.

Trago saliva, mi cabeza no puede procesar tanto.

—Sí—contestó mirando al suelo, con voz débil.

Acércate.

Camino lento hasta donde se encuentra Esteban. Me pongo en cuclillas. Esteban quita sus piernas.

—Aún no, todavía tienes que pagar por ser un alumno muuuy malo, mira que robar unas llaves...

Se levanta de la cama, camina hasta colocarse detrás de mi, toma la raqueta para nalgadas,  azotándola  contra la palma de su mano.

—Papá te enseñará a portarte bien—Se sienta al borde de la cama—Acuéstate en mis piernas, Pequeño.

Voy directo a él, pongo mi pecho contra sus piernas, mi culo queda accesible ante él. Pasa una de sus manos por mis nalgas, las acaricia.

—Después de esto ¿juras portarte bien, Pequeño?.

No prometo nada.

Ríe excitado.

—Alguien pide a gritos ser castigado—Aprieta mi nalga en su mano—Me fascinas.

Azota la raqueta contra mis nalgas, cierro los ojos.

Ahhh...más.

—¿Más, Pequeño?

—Sí, profesor.

Vuelve a azotarme. Mis nalgas quedan rojas, azota la derecha, luego la izquierda. Mi culo queda adolorido, me lleno de placer. Se inclina, me planta un beso en las nalgas.

—Siempre tan accesible alumno favorito.

—Soy todo suyo profesor—Habló lentamente.

Me quedo en sus piernas, los azotes me han dejado exhausto.

—Lo sé, Pequeño. Pero quiero que hagas algo por mí.

—¿Qué?—suelto casi como un gemido.

—Me encantaría que lamieras mis pies, para luego meter mi sexo en tu boca. Ansío que me devores y me dejes terminar en ti.

Una oleada de calor inunda todo mi cuerpo. Cuando Esteban pronuncia esas palabras, el fetiche de terminar en mi me vuelve loco. Me pongo en cuclillas frente a él, se queda sentado al borde de la cama. Comienzo besando la punta de su pie izquierdo, hasta su talón, es sumamente sensual, raro, morboso, erótico. Es impresionante como una parte no sexual del cuerpo pueda llegarte a excitar de esta manera. Lamo sus pies, subo poco a poco, plantando besos en las marcadas piernas de Esteban. Hasta que llego a su entrepierna, lamo los alrededores, doy pequeñas mordidas, Esteban muerde sus labios, cierra los ojos, se lleva una mano al cuello. Su enorme pene erecto exige salir del jockstrap; lo libero. El tamaño de su miembro me sorprende, como si fuera la primera vez. Llevo sus testículos a mi boca, comienzo a lamerlos, para después introducirlos completamente, juego con ellos, los lamo, hasta llego a morder un poco. Esto a él lo vuelve loco.

— Pequeño. Me encanta como lo haces.

Los saco de mi boca, comienzo a lamer el cuerpo de su pene, deslizo mi lengua como si se tratara de una paleta helada, las venas dorsales de su sexo me prenden más. Llego hasta el cuello de su miembro, paso mi lengua al rededor de este.

Así, Pequeño, me encanta.

Llego hasta la punta de su extensión, la introduzco a mi boca, la chupo, deslizo mi lengua por su uretra externa, al hacer esto, las piernas de Esteban convulsionan. Chorreo su miembro. el tener a Esteban de esta forma, me hace sentir poderoso. Tomo aire por la nariz, introduzco todo su miembro en mi boca, comienzo a bombear, hasta que no puedo más, vuelvo a sacarlo, respiro y lo introduzco, nuevamente a mi boca, Esteban pone una mano en mi cabeza, me empuja para que pueda atragantarme de él. Mi boca bombea.

—¡Oh pequeño, estoy a punto de venirme! deberías parar.

Hago todo lo contrario, bombeo aún más, deslizó mi lengua por todo su miembro hasta que termina en mis labios. Su semen cae dentro de mi boca, escurre un poco por mis labios. Pruebo su esencia.

Editado por DiegoKarel

Placer Entre Lineas: Bajo Tú piel. #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora