Capítulo 53

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Esteban se ha vuelto completamente loco. Tramitamos todos mis papeles necesarios para salir del país, todo salió magnífico, nada de nervios y la seguridad al cien. apenas y me entregaron el pasaporte y la visa Esteban ya había comprado los boletos de avión con dirección a Londres; de Londres a Francia, de Francia a Italia.

Sólo pensar viajar al "otro lado del mundo" me pone los pelos de punta. En mi vida únicamente he viajado a otros estados de la república mexicana, pero ¡viajar a Europa! eso sí que está a otro nivel. Jamás en mi vida llegué a pensar que visitaría dichos países. Estoy viviendo la locura total.

—¿Es en serio?—Miro sorprendido los boletos de avión.

—No tendría porque mentirte, además, lo estás viendo con tus propios ojos.

—No me lo puedo creer Esteban, esto es sin duda una de tus más grandes locuras.

—Valen la pena, todo contigo vale la pena.

—Pero todo esto, es tan, ¡wow!. Estoy sin palabras, la gran mayoría sueña con visitar Paris, Londres, Italia, ahora yo, viajaré contigo a esos lugares.

—Eso es lo mejor de todo el viaje, tú presencia.

—También la tuya será lo mejor, Dios Esteban...Sigo sin poder procesarlo.

—Serán dos semanas grandiosas en Europa.

—¡Dos semanas! Esto es tan excitante—Mi voz expresa mil emociones—Espera un momento, ¿mi madre lo sabe? ¿cuándo nos vamos? ¡son tantas cosas!.

—Le comenté algo, pero tú tendrás que terminar por asegurárselo—Da un sorbo a su café—Mañana por la madrugada comienza esta aventura, tenemos que ir por tu maleta.

—En verdad, todo esto es una completa locura—Hago la silla a un lado, me pongo detrás de él. Poso mis brazos por su cuello, tocando su pecho, beso sus mejillas, susurro en su oído—Gracias Esteban, Eres la persona más dadivosa y pura que conozco.

—Si tú lo dices.

Más tarde, pasamos a mi casa, mi madre recibe a Esteban encantada, prepara una cena increíble, los dejo en el comedor platicando al tiempo que subo a mi habitación para preparar mi maleta. Pongo el equipaje sobre la cama, voy hasta mi armario y comienzo a escoger todo tipo de prendas, ¡estoy tan emocionado!. Esteban mete sus manos entre mi cintura, me sobresalto, el comienza a besar mi cuello; su  su aliento sobre mi cuello, esta acción me tranquiliza. Estos momentos están llenos de gloria.

—Tú madre piensa que te secuestraré.

—Instinto maternal.

—Entonces, tú madre tiene buen instinto.

—Entonces yo no iré a ningún lado.

—Entonces, es broma.

Me giro hacia él, tomo su cara entre mis manos, beso sus labios. Bajo mis manos hasta su espalda, le robo un abrazo fuerte y fraternal.

—Te quiero demasiado, Esteban.

—También te quiero, Abraham.

Me despego de él, cierro la maleta. Esteban la toma entre sus manos, bajamos hasta el comedor con mi madre.  Tenemos una cena tranquila, linda y llena de risas, mi mamá adora a Esteban.

—Es hora de irnos, Abraham.

Miro a mi madre, su semblante se entristece, mi corazón se hace un nudo.

—¿Tan rápido?—Habla mi madre.

—Tenemos que dormir bien para mañana tener toda la energía.

—¿Porqué no se quedan a dormir aquí?

—No quiero causar ninguna molestia Señora Vega.

—No es ninguna molestia.

—Si es así, por mi está bien.

Yo me quedo en silencio, por alguna razón esta platica me mantiene incómodo y emocionado.  Nos volvemos a sentar, mi madre como es habitual, comienza a preparar algo para cenar. Resulta ser una noche completa, jamás en la vida me había sentido tan realizado. Todo es perfecto en esta mesa, la cena, mi madre, Esteban. Sonrío como nunca ante la escena.


Subimos a mi habitación. Mi madre terminó cansada de platicar y contar anécdotas de cuando era más pequeño, de su vida pasada, momentos divertidos y chistes locales.
Esteban se sienta al borde de la cama.

—Tú madre me cae de lo mejor.

—Lo sé, cuando quiere, es muy agradable.

—Siempre es muy agradable, debes de agradecerle a la vida por tener una madre tan comprensiva. Me hubiera encantado tener una madre como la tuya. Desafortunadamente no es así, pero no reniego, agradezco todo lo bueno y lo malo.

—¿Cómo es tu madre?.

—frívola, narcisista, egoísta, malhumorada, fría. Supongo que se debe a su amargo e infeliz  matrimonio, cambio su felicidad por el dinero. Aún después de que muriera mi padre, ella siguió siendo fría y alejada. No la culpo.

—Eso es triste.

—Lo sé, pero eso ya no es asunto mío. Ella no quiere abrirse a la felicidad, como yo alguna vez no quise hacerlo. Nadie cambia por los demás, la clave está en que la persona quiera cambiar.

—¿Tú decidiste cambiar?.

—Así es, además de someterme a varias terapias con diversos psicólogos y psicoanalistas. Quiero cambiar para bien, por mí futuro, por nuestro futuro.

—Eres un hombre muy decidido.

—Eso intento.

Me acerco a él, le planto un beso rápido en los labios.

—¿Quieres un pantalón para dormir?.

—Dormiré en bóxer—Sonríe perverso.

—Esa idea me agrada aún más.

—¿Si?—Es sexy.

—Sí.

Me desvisto frente a él, me quedo en bóxers, voy hasta mi armario por mi pijama.

—¿Estás provocándome, Abraham?

—Provocándote, ¿yo? para nada, sólo estoy a punto de ponerme la pijama.

—Quédate así.

—¿Semidesnudo?

—Sí.

—Yo prefiero la pijama, pero si quieres puedes desnudarme dentro de las sábanas. Aunque daría totalmente lo mismo si me visto o si no lo hago.

—Lo piensas bastante.

—Me quedaré sin ropa, por ti.

Esteban comienza a desnudarse, mi corazón se acelera al ver su torso desnudo, Sus oblicuos son lo que más me prende, esas líneas marcadas que dirigen hasta su bella zona donde se produce toda la magia y el placer.

—¿Se deleita con el paisaje, joven Vega?.

—Lo hago, Señor Torrez, usted posee un paisaje increíblemente bello, jugoso, mis ojos al igual que mi cuerpo se deleitan al observarlo.

Se levanta, pone sus pulgares dentro de su pantalón, donde se esconden las líneas de sus oblicuos.

—Me encanta que sepa admirar una buena pieza de arte.

Se quita los zapatos al igual que el pantalón. Se queda sólo con sus Calvin Klein, ajustados perfectamente a su bulto.

—Soy bueno al momento de apreciar arte.

Apago la luz, entro lentamente en las cobijas, Esteban entra después de mi. Nos ponemos demasiado juntos, mi piel con su piel. Es un deleite, pongo mi cabeza sobre su pecho, inhalo su olor. Esteban comienza a acariciar mi cráneo.  Yo me pierdo en mis pensamientos, Analizo todos los regalos que Esteban me hace, todos los lugares a los que me lleva. Pensar en eso me hace caer en la cuenta de que él trata de comprarme con lo material, y yo no quiero que piense que estoy con él por eso.

—Esteban...

—¿Sí Abraham?

—Sabes que todos los regalos lujosos no son necesarios, ¿verdad?.

—No hay problema con ello.

—No es eso, no quiero que compres mi amor, no quiero que pienses que estoy contigo por lo material. Aunque no tuvieras nada de todos los lujos que te rodean, y nos hubiéramos conocido, y la química fuera la misma, igual estaría contigo. Te quiero de verdad, no quiero tú dinero o tus lujos, te quiero a ti.

—Igual te quiero Abraham.


Después de eso hicimos el amor en silencio, cuidando no hacer demasiado ruido, solo saciando nuestra pasión.

Editado por DiegoKarel

Placer Entre Lineas: Bajo Tú piel. #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora