Una ilusion desastroza

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Alisha

Cuando me despierto, todavía es de noche. El brazo de Loris rodea mi cintura, y su cabeza está contra mi hombro. Me cubrió con una manta. Giro la cabeza y le doy un beso ligero en la frente, luego me levanto porque necesito desesperadamente hacer pis. Mientras estoy en el baño, me lavo los dientes poniendo un poco de su pasta en mi dedo y hago gárgaras con un poco de su enjuague bucal, deseando ser una de esas personas que llevan un cepillo de dientes en mi bolso a todas partes. Luego reviso mi teléfono, veo que son solo las cinco, y voy de puntillas por el pasillo, pasando por delante de la puerta cerrada de la habitación que debe pertenecer a su ahora ex compañero. Tengo que preguntarme qué pasó entre ellos, pero no voy a fisgonear. Sé que hay cosas que Loris  todavía no ha sido capaz de decirme, pero confío en que me lo va a decir cuando pueda.

Podría irme. Estoy despierta, y es casi el amanecer. Pero estar con él en este momento se siente como lo más importante del mundo. No es lógico ni racional, pero a medida que me arrastro debajo de la manta, no me importa. Especialmente cuando extiende su mano hacia mí sin ni siquiera abrir los ojos, como si confiara en que estoy allí, tal como lo necesita. Su nariz roza mi mejilla y su aliento me hace cosquillas en el cuello. Acaricio su cabello, y suspira. Me pregunto cuánta ternura ha tenido en su vida. Quiero llenarlo con ella, calmar todos los lugares doloridos y rotos en su corazón.

Me vuelvo hacia él, trazando sus rasgos en la oscuridad. ¿Qué significa, conectar con alguien así? ¿Debo confiar en él? ¿Es seguro? E incluso si no lo es... ¿valdría la pena correr el riesgo?

A medida que mi cuerpo se desplaza bajo su brazo, Loris presiona su mano en la parte baja de mi espalda. Levanto la barbilla y cuando mis labios tocan los suyos, murmura mi nombre y me besa, primero suavemente y luego con urgencia, su lengua caliente entra en mi boca. De repente, inclina las caderas y siento su duro eje contra mí. Su mano se desliza hacia abajo y jala mi pierna por encima de la suya. Suspiro cuando rueda por encima de mí y mece las caderas, provocando pequeñas explosiones detrás de mis párpados cerrados. Sin embargo eso no es nada comparado con lo que está pasando entre mis piernas. Todos mis nervios están disparando a la vez. Mis dedos se enroscan en garras sobre los músculos tensos de su espalda. Hazlo de nuevo, pienso. Quiero sentirlo de nuevo. Mis talones se deslizan por las sábanas mientras abro aún más mis piernas. Es una locura, lo sé, pero entonces se mueve contra mí de nuevo y...

—Oh.

Se queda quieto ante mi gemido. —Oh Dios —murmura, quitándose de encima mío rápidamente—.Aly, lo siento mucho.

—Estabas dormido, ¿verdad? —digo con una risa ronca. Por supuesto que sí. Pero ahora yo estoy completamente despierta, mis pezones duros y mi centro palpitante.

—Sí —maldice—. No fue mi intención... —Gime y se cubre la cara con las manos—. Mi cuerpo estuvo en una especie de piloto automático por un segundo, pero eso no es excusa.

Me levanto en un codo. —En realidad no me importa.

Sus manos se alejan de su rostro. —¿No?

Mi corazón salta cuando me muevo hacia la curva de su brazo. —Se sintió bien —le susurro.

—No me digas esas cosas. Es confuso.

—¿Por qué?

—Porque no quiero arruinar esto. —Parpadea hacia el techo—. No quiero hacerlo.

—¿Ahora estás despierto?

Se ríe. —Mucho.

—¿Eras capaz de tomar decisiones?

—Tanto como siempre.

Me inclino y beso su cuello, y se estremece. Nunca he hecho algo así. Siempre he esperado a que el chico haga el primer movimiento. Siempre he sido tímida, siempre he estado más en el lado pasivo. Esa noche en la cama con Loris, ese momento cuando apreté mi mano sobre la suya y le mostré lo que quería; era la primera vez que lo he hecho. Pero aquí estoy de nuevo. —Voy a ser muy sincera contigo.

Por amor al arte Loris KariusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora