AlishaSueño con Loris pintando y me despierto pensando en ello. El brillo y la profundidad me consumieron, y me deslicé por las oscuras paredes, dentro del ligero carmesí de dolor en ellas. Y se sintió bien, porque no era mi propio dolor. No era la explosión de rojo que viene con el recuerdo del puño de Kevin colisionando contra mi rostro.
No, era el dolor de él , y parte de mí quiere saber de qué proviene.
Necesito dejar de pensar en Loris y en su obra de arte. No es mi paciente. Es mi arrogante profesor de arte de una clase a la que podría nunca volver. Tengo un montón de cosas que hacer en este semestre de todas formas. Podría no tener suficiente tiempo para una clase extra. En un año tendré mi diploma, y estaré en camino de conseguir sacar mi carrera. Será una buena vida; ayudar a personas. Es lo que siempre he querido hacer. Y ahora sé cuán fácil entrar en ese lugar donde necesitas ayuda. No tienes que ser un marginado ni perdedor. Ni siquiera tienes que estar mentalmente enfermo. Todo lo que se necesita es mala suerte, y un momento donde ignores lo que realmente está sucediendo frente a ti. Y solo así, podrías terminar como alguien roto.
Como yo.
Miro mi antebrazo, al pequeño tatuaje que conseguí después del verano, una parte de mi determinación para reivindicarme a mí misma después de perderme totalmente.
De las dificultades nacen los milagros, dice. Creo en ello. Tengo que hacerlo.
Esta tarde comienza mi práctica. Todos los estudiantes en su segundo año de orientación tienen práctica; veinticuatro horas por semana en la cima de nuestro cursado. Erik está en la clínica comunitaria cerca del campus, y yo en el centro de atención en violencia doméstica en el lado sur. Todos nos reunimos una vez a la semana los días jueves para una supervisión de grupo, y estoy temiéndolo porque sé que Erik estará mirándome, viendo cómo manejo las cosas. Se enojó cuando le dije que quería hacer mi práctica ahí. Se acerca demasiado a lo que pasaste, dijo. No necesitas eso. Trabaja en un centro psiquiátrico para niños o algo.
Le dije que se jodiera (de buena forma no con Marc) y firmé. Sé cómo se siente la impotencia y la inutilidad, cómo se sienten esas mujeres, y tal vez pueda ayudarlas a encontrarse a sí mismas de nuevo.
Me baño, me visto y me dirijo al campus para mi primera clase, principios de terapia cognitiva. Erik me saluda y extiende un café cuando me siento en la silla junto a él. — Marc te envía saludos —me dice—. Y quiere saber si tienes ganas de ir al festival de películas este fin de semana.
—Tal vez. Aún estoy instalándome. —Fui la tercera rueda por todo el segundo semestre del año pasado, y ya es hora de que encuentre mi propio camino.
Me da una mirada cautelosa. —Bien. Házmelo saber. —Su expresión se ilumina un poco—. ¿Vas a regresar esta noche a la casa del tipo sexy para pintar?
Me río. —Probablemente no. Veré cuánta tarea tengo.
Trato de escuchar, pero mi mente sigue volviendo a la última noche, a cómo se sintió tener un pincel en mi mano de nuevo, cómo se sintió ver el lienzo de Loris . Si pudiera expresarme así, no creo que necesitara terapia. Tal vez vaya a la sesión esta noche ....
Tal vez Erik tenía razón. Tal vez esto es demasiado.
***
Miro fijamente la página en blanco, ese gran pedazo de papel cremoso pegado a mi caballete. Luce lo suficientemente inocente, pero me ha estado persiguiendo por horas. Mi paleta está instalada con unos cuantos colores de óleos básicos; amarillos de cadmio, azul, rojo ciruela, blanco de titanio. Mi pincel está en mi mano. Los pelos están limpios.