El linaje de los Clayton siempre ha fortalecido una norma, un objetivo o un capricho, como quieras llamarlo. Cada descendiente de esta familia deberá besar a una chica, la que parezca estéticamente más hermosa. A algunos les gusta, otros prefieren m...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Tiene derecho a largarse, Dylan. Tienes que comenzar a comprender que no es una cría, tiene dieciocho años — espeta Skylar. Habla lo bastante alto como para que pueda escucharla. Ya no sé si es para que consiga saber cómo va el hilo de la conversación o si de verdad están discutiendo.
— Me da absolutamente igual. Sabes lo que pienso de que se vaya a la otra punta del país. ¿Quién cojones va a ayudarla cuando esté en problemas? — devuelve él. Enserio le comprendo pero no puedo con esto.
— Te estoy diciendo que no es una cría. Se puede defender, esto no es el colegio.
— No estoy hablando sobre eso, Skylar. ¿Qué va a hacer si viene un puto salido y la acorrala, eh? No soy tan estúpido como para creerme que no va a salir por ahí y seguramente se quede hasta tarde. Pero, hasta ahora, he sido yo el que la ha llevado de vuelta a casa para que no le pasara nada. ¿Quién va a hacer eso si esta a la otra punta del país? — masculla.
Así que de esto se trata toda esta mierda.
— Llamará un taxi o yo qué sé, Dylan — es lo más lógico, pienso en mi cabeza. Cogería un taxi —. Nora no se va a quedar de brazos cruzados durante todo el año. Conocerá a gente, saldrá con ellos y no creo que se vaya sola a donde viva sabiendo el peligro que hay en la calle. Es adulta ya.
— No estoy diciendo que no sea adulta. Sé perfectamente que no es una niña y que hará las cosas con cabeza. Pero no me fío de los demás y cuando se vaya no estaré a cincuenta metros para salvarla.
No vuelvo a escuchar nada después de eso. A pesar de que pego mi oreja a la puerta y que intento oír algo, la casa está en silencio. Lo único que me avisa de que están hablando son los susurros que entablan entre ellos. Quiero saber de qué están hablando, por qué han bajado el tono de voz de esa manera tan drástica.
Sacudo la cabeza levantándome del suelo con la certeza de que no volverá a estar el ambiente tan caldeado como se encontraba hace unos segundos. Con pasos lentos camino hasta el escritorio, agarro el portátil y lo abro.
De inmediato las páginas abiertas sobre la universidad aparecen delante de mí. Me he informado todo lo que he podido y más para que, en caso de que Dylan tuviera un problema con la universidad, pudiera saber por donde escapar. Resulta que es bastante buena y lo suficiente segura como para que no haya ningún problema.