No era consciente de lo que una persona sentía cuando ni tus propios padres cuidaban de ti. Esas personas huérfanas, con padres totalmente ausentes, de verdad tenían un lugar en el altar de la valentía. Yo habría sido incapaz de vivir por mí mismo, a la deriva de cualquier problema callejero, de la influencia de la calle o de la compasión, como si merecieran nuestra tristeza, de la gente cuando hablan sobre temas como estos.
Nora fue la primera que me enseñó cómo tratar a la gente que era de esa calaña. Había tenido personas antes que habían sido huérfanas, una en concreto que para nada me hizo sentir como si debería guardarle compasión. Ni siquiera empatía.
Ella mostró de una manera que jamás conseguiría describir que, lo primero que debes tener en cuenta con una persona tan dañada, es que nunca vas a recomponerla. Las piezas de su corazón estarán sueltas toda la vida y siempre dudarán de tus actos a pesar de que confían en ti. Las personas más cercanas a ellas, las que le dieron la vida, fueron la traición más grande para ellos. Es algo demasiado lógico que no quieran relacionarse en profundidad con los demás y que, si lo hacen, tengan su inseguridad a cada momento que están con ellos.
A lo que quiero llegar con todo esto es que, después de todo lo que pasó, se atrevió a soñar. Se atrevió a creer que tenía una posibilidad de salir de ese túnel de oscuridad que ni ella misma se había inducido. A través de la música, sus demonios más interiorizados salieron a la luz para que no la corrompiera a ella. Dejó que sus pensamientos, creencias y teorías salieran de ese túnel tan oscuro permitiendo también, que ella escapara de él.
Las letras de cada canción que compone, las melodías que se encarga de sincronizar con todos los instrumentos, la perfecta canción que le queda al final siendo producto de cada emoción y cada sentimiento que llegó a estar sintiendo en un pasado o en ese mismo instante.
Mi mano se mueve por su rostro, recorriendo la distancia que hay entre una de sus moretones ya prácticamente inexistentes en su mejilla derecha, y el otro que se posiciona cubriendo la parte derecha entre su mentón y el fin de su mandíbula, ese que todavía se ve por ser el más grave de todos. Uno de mis dedos termina por situarse sobre sus labios tranzando los bordes de ellos y recayendo finalmente sobre ese pequeño corte, ya también curado y a la espera de cicatrizar, propio de tanto golpe que su padre le brindó.
El coraje sube por mi cuello deseando poder llegar hasta ese hombre y hacerle recapacitar sobre lo que significa maltratar a la sangre de tu sangre. A tus propios hijos, en plural, pues no se trata solo de una persona. Dylan, su hermano, también sufre sabiendo sobre todo esto.
Sigo observándola. Una pequeña sonrisa irremediable se posa sobre mis labios como un pájaro sobre su nido. Siento la libertad expandiéndose por mis venas y rellenando esos huecos que eran privados por el miedo. Recuerdo perfectamente haber estado asustado hasta la médula por Jayden, por su cirugía y por si saldría con vida del desastre que provocó el padre de mi novia.
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¡No me beses! (U.D.S.#4)
Novela JuvenilEl linaje de los Clayton siempre ha fortalecido una norma, un objetivo o un capricho, como quieras llamarlo. Cada descendiente de esta familia deberá besar a una chica, la que parezca estéticamente más hermosa. A algunos les gusta, otros prefieren m...