Capítulo 22 "ADN"

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Al día siguiente:

Llegó la hora de confirmar algo que yo ya le se el resultado. Confirmar que si soy parte de la familia Miller.

Ahora me encuentro en el hospital del centro, esperando los resultados de la prueba de ADN.

Yo sé que si soy hijo de los Miller. No sólo porque vi una fotografía de mi cuando era pequeño, si no también, porque Rosa, mi mamá, no hubiera mentido.

Sí, sé que me mintió respecto a que no somos madre e hijo de sangre, y sí, que me haya secuestrado y alejado de mi familia biológica. Pero ella en ningún momento fue una mala madre. Siempre estuvo ahí para mí cuando la necesitaba. Por ello, no le guardo ningún rencor, y ni siquiera cuando supe la verdad, reaccioné mal.

Sí, me dolió como nunca nada me habia dolido, lloré y sufrí mucho por un tiempo, pero nunca la odie.

Yo no soy nadie para juzgarla, odiarla o repudiarla. La amé, la amo y la amare siempre. Nunca saldrá de mi corazón. Ni siquiera si entablo una relación de madre e hijo con mi mamá biológica. Cada una tendrá su lugar en mi corazón.

Nunca e sido alguien rencoroso, no tengo enemigos.

El sonido de pasos me hace salir de mis pensamientos.

Estoy sentado en una silla de tres. El señor esta a mi derecha, y la señora esta a mi izquierda. Estamos en silencio. Llevamos alrededor de una hora esperando. Ellos quieren los resultados ahora mismo, no quieren esperar más, supongo. Estamos en el hospital.

Decidí venir solo, sin Nataly. Pues, quiero pasar el día con mis padres, claro, eso si ellos me lo permiten por supuesto.

Salé la enfermera con el resultado en las manos.

—Aquí tienen señores Miller.

La Señora Isabel fue la que se levantó y tomó el resultado entre sus manos. La enfermera se fue.

—Bueno, llegó el momento de saber... Si eres o no nuestro hijo —dijo la señora, mirandome con anhelo.

Inhaló y exhaló, luego empezó a abrir el sobre.

La señora se quedó mirando fijamente la prueba, sin siquiera pestañear, y segundos después, lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.

—¿Cuál es el resultado? —preguntamos al unísono el señor y yo, aún sentados.

Aunque no sé para que pregunto. Yo ya sé el resultado de esa prueba.

—Salió... Positivo —susurró la señora, sin apartar la mirada de los resultados, como si no lo pudiera creer y quisiera rectificar si vio mal.

—No es posible —el señor se levantó y le quitó el sobre de las manos. Se quedó mirándolo.

La señora levantó la mirada hacia a mí. Yo no sabía que hacer, sentir o decir. Sólo atiné a levantarme de la silla y a quedarme ahí parado, mirándola como un tonto.

—Eres nuestro hijo...—la señora se llevó las manos a la boca y me miró con ternura —no puedo creer que después de tanto tiempo... —su voz se quebró y sus ojos se cristalizaron —estés ahora con nosotros —lágrimas invadieron su rostro.

—Yo...—no alcancé a terminar porque la señora se acercó y me abrazó con fuerza. Yo le correspondí.

Sentía un nudo en mi garganta, y entonces lágrimas rebeldes también llenaron mi rostro.

Cuando nos dejamos de abrazar, ella me dio un beso en la frente.

—Hijo, por fin te encontramos. Después de tanto tiempo otra vez estas con nosotros —secó mis lágrimas con sus dedos —¿no te vas a acercar a tu hijo?... —él ni siquiera se movió —Armando, es él.

Destinados A Estar JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora