Dos corazones destinados a encontrarse, a amarse. ¿creen en el destino? Yo sí.
Pero como siempre habrán personas que quieran separarlos, el odio por sobre todo, el mal siempre a existido y nunca a dejado de ser. Por ello, estos dos corazones tendrán...
—¿te esta gustando el recorrido? —se escuchaba diversión en su voz.
Rodé los ojos irritada.
—no estoy viendo nada. Sólo... Tu trasero —Hugo soltó una carcajada —¡bajame ya! —me Sacudí.
Llevaba cargándome alrededor de 10 minutos por la playa, y en silencio. Sólo me escuchaba yo reclamándole, y tampoco habían personas en esta parte de la playa.
Que bueno que tengo shorts y no falda. Porque si no, no hubiera dejado nada a la imaginación.
—prometo que si me bajas... —lo pensé bien antes de decirlo —No Correré y te seguiré a donde tú quieras sin protestar, ¿si?
Ya estaba cansada se estar en esta posición. Mi sangre ya estaba en mi cabeza, debo estar roja cual tomate.
—promete eso y que vamos a volver a ser novios —habló por fin.
Pero que aprovechado me salió el niño.
Rodé los ojos y resople.
—te lo prometo todo, menos lo de ser novios. Eso no lo puedo asegurar.
Luego de soltar un sonoro suspiro de cansancio ante mi terquedad, accedió a mi petición.
—trato.
Se agachó y por fin me bajó.
—¿qué tienes? —lo miré mal al ver que no dejaba de mirarme, y además se estaba aguantando la risa —¿tengo monos en la cara o qué?
—no... Pero te recomiendo que arregles tu cabello si no quieres pasar pena a donde te quiero llevar —soltó una carcajada.
Rodé los ojos. Es su culpa el que este así. Además, me duele el abdomen por haber permanecido tanto tiempo sobre su hombro.
—idiota.
Arreglé mi cabello con mis manos y me hice una cola alta.
—ven —dejó de reír por fin y me ofreció su mano.
Me crucé de brazos.
—prometí seguirte, mas no tomarte de la mano.
—bueno, entonces sigueme —comenzó a caminar y yo lo seguí.
Caminamos durante varios minutos, en silencio. Hasta que llegamos a un lado de la playa donde si habían personas.
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—vamos a subir a aquel barco —señaló lo dicho.
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