Narra Nataly:
Albert estaba tratando de quitar mi pantalón, pero yo no lo dejaba, así que se le estaba haciendo difícil.
—¡Detente! Ayudame a escapar. Michell te matará cuando ya no le seas útil.
—Mentirosa. Ella y yo tenemos un trato.
Maldito bruto. ¿acaso es tan imbécil, cómo para no saber qué un trato se puede romper?
—Yo te dije que serías mía. Te lo juré ese día que me despreciaste en el restaurante —susurró besando mi cuello.
Traté de sacar el tenedor, pero el sostuvo mi mano libre sobre mi cabeza, impidiendo que lo alcanzara.
Ya no sabía que hacer. Tengo mucho miedo, no quiero esto para mí. Las lágrimas no dejan de ser derramadas sobre mis mejillas, las suplicas tampoco.
Cuando pensé que estaba totalmente pérdida, se abrió la puerta de un golpe.
Albert se sobresaltó y miró alarmado hacia la puerta, quitándose de encima de mí y poniéndose de pie.
Yo me tapé entre las sábanas y luego miré hacia la puerta con la esperanza de que fuera la policía, Hugo o mis amigos. Pero no, era Michell.
—¿Pero qué haces tú aquí? Quedamos en que... —Michell lo miró irritada y lo interrumpió.
—Me importa un coño en lo que quedamos. Ahora lo más importante no es follar, lo es el hecho de que la policía esta muy cerca de aquí.
Me alegré al saber eso. ¡La policía estaba cerca! Ya venían a mi rescate. Sólo espero que lleguen antes de que estos desquiciados me lleven a otra parte.
Mi cuerpo y rostro duelen enormemente, me siento mariada y sofocada. Y sobre todo, me sentía asqueada por haber sido tocada por Albert.
Ahora entiendo a la perfección porque nunca confié en él. Nunca me equivoqué, mi intuición nunca falló. Él es un mal hombre, por no decirlo con la palabra que lo definiría mejor.
—Pero ¿cómo dieron con éste lugar? —Albert se colocó su camisa.
—eso no es lo que importa. Tenemos que irnos ya —Michell se iba acercar a mí, seguro que para llevarme, pero no terminó de dar un paso, cuando se escucharon las sirenas de las patrullas.
¿es que acaso no pueden ser silenciosos?
Michell y Albert se miraron sin saber que hacer.
—¿Qué haremos? —Albert se oía y veía peor que Michell.
—Usar nuestros rehenes como escudos —Michell se oía calmada.
¿Rehenes?, ¿yo y quiénes más?
Mi cuerpo se estremeció con la sola idea de pensar que ese otro rehén pudiera ser Hugo, o mis amigos, o...
—¿Rehenes? —Albert Frunció el ceño.
Michell sonrió de oreja a oreja.
—Sí, rehenes. Le traje una sorpresa a mi querida amiga
—me miró con burla —para que vea cuanto la quiero.¿Qué sorpresa?
Pareciera como si no le importara el hecho de que la policía esta aquí y van a llevarla presa, mientras que Albert se veía sumamente asustado y desesperado.
—¡ESTÁN RODEADOS! ¡NO TIENEN ESCAPATORIA! ¡ENTREGUENSE! ¡NO HAY NECESIDAD DE QUE ALGUIEN SALGA HERIDO! —se escuchó la voz de un policía a través de un altavoz.
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Destinados A Estar Juntos
RomanceDos corazones destinados a encontrarse, a amarse. ¿creen en el destino? Yo sí. Pero como siempre habrán personas que quieran separarlos, el odio por sobre todo, el mal siempre a existido y nunca a dejado de ser. Por ello, estos dos corazones tendrán...