Capítulo 38"Confesiones"

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Narra Nataly:

Aún en la noche anterior:

No volví a escuchar a Oscar, y eso me preocupa mucho.

¿Será que le pasó algo?

Ojalá y no.

Ya eran las 10:30pm.

Estoy cansada de estar encerrada. ¿cuándo me van a encontrar? Esto es desesperante, nunca había pasado por una situación así.

Bueno, sólo cuando Hugo me "secuestró", pero con él me sentía segura y sabía que no me haría daño.

En cambio a Albert si lo creo capaz, él es un loco resentido capaz de todo.

Solté una risita cuando recordé que Hugo me hizo el amor esa noche que me "secuestró"

Fue muy lindo y especial para mí, con él todo es así, porque lo amo. No me arrepiento de haberme entregado a él.

No hemos vuelto a estar juntos desde esa noche, desde hace un mes.

Mi parte íntima dejó de doler luego de un par de días, y Hugo se dio cuenta de mi malestar, ya que me pidió disculpas un millón se veces, ya que según él fue muy brusco conmigo.

Pero yo, toda roja y nerviosa, le dije que el dolor era algo normal, por algo que pasábamos todas al perder nuestra virginidad. Y además, le dije que... Me gustó todo lo que hicimos, y que ni siquiera con el pequeño dolor que sentía, me arrepentía de nada. Sin embargo, él seguía pidiendo disculpas. Claro, después de darme una sonrisa arrogante.

«Que tonto» Volví a sonreír.

-pero miren donde esta mi querida amiguita -le di una mirada asesina, borrando así mi sonrisa.

-Michell -pronuncie con desprecio, con asco -¿cómo pudiste aliarte con Albert? Estás igual de loca que él. Combinan muy bien juntos, son tal, para cual.

Sonrió con burla.

-y no imaginas como complementamos en la cama -se relamio los labios -pero él te quiere a ti, y yo quiero a Hugo. Es un intercambio simple -sonrió con sorna -Hugo es un Dios en la cama.

La rabia recorrió todo mi cuerpo.

-¡eres una puta!

Si no estuviera esposada, ya mi puño hubiera sido estrellado contra su horrible rostro.

-no me importa lo que pienses o digas -mi insulto no la afectó.

Pero no me quedé callada.

-Hugo nunca se fijaría en ti. Tú eres sólo una cualquiera, una poca cosa -su sonrisa divertida desapareció. Me miró con odio.

Quería provocarla. No le puedo pegar, pero si puedo insultarla.

-¡callate, maldita! -en pocos segundos, se abalanzó sobre mí.

Me dio dos cachetadas, yo apenas y podía defenderme, pues estaba esposada. Apenas y una cachetada alcancé a darle y jalarle el cabello, arrancando con mi mano algunos.

-¡sueltala! -Albert me la quitó de encima.

-¡DEJA QUE LA MATE A GOLPES! ¡sueltame! -gritó ella, tratando de safarse del agarre de Albert.

De repente se escuchó un ruido fuera de la habitación, y luego una puerta ser cerrada bruscamente.

Michell se detuvo y salió junto con Albert de la habitación.

Destinados A Estar JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora