Braco y Sebastian son dos chicos que luchan por defender Isla Refugio de las temibles Fuerzas de la Oscuridad: enfrentándose contra robots asesinos, alienígenas temibles y entes demoníacos, haciendo tanto amigos como enemigos en el proceso.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El verano estaba aquí, cientos de humanos de todas las partes del planeta Tierra venían a Isla Refugio... igual que el año anterior... y el anterior...
Los últimos días habíamos estado bastante ocupados reparando los daños que sufrió el Arcade después de nuestro pequeño enfrentamiento contra Lord Luminator; Henry no tuvo otra opción más que admitir que habíamos hecho un gran trabajo... pero después nos regaño poquito por hacer trampa en el videojuego. Yo sabía que eso era culpa de Evan.
Pero ahí estábamos, ahora pintando las viejas paredes del Arcade.
—Podrías reconstruir todo esto con magia —le dije a Henry y él, como siempre, nos sonrió.
—La magia no resuelve todo, Braco... Además, tienen que aprender que sus acciones traen consecuencias. Hoy fue solo una construcción que puede repararse, pero mañana podría ser algo sin remedio...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Más tarde, por la noche, nos encontrábamos en casa; Sebastian y Henry estaban empezando ese nuevo rompecabezas de quien sabe cuantas piezas; mientras yo leía sentado en el sofá.
—Estaba pensando, niños... —escuché decir a Henry; levanté la vista para mirarlo—. Bueno, hablé con Camille y... pensamos que sería una buena idea salir mañana: ella lo llamó como Un Soleado Día de Playa juntos —miro nuestros rostros y agregó—. Podrían hacerse amigos de su hijo, Jeremy... Es mitad vampiro.
—¿Puede un vampiro ir a la playa? —pregunté—. Eso... ¿Lo mataría o lo haría brillar?
—Esos son estereotipos —me dijo Sebastian.
—Entonces, ¿les agrada la idea o no? —nos preguntó Henry—. Porque si no quieren está bien. Solo tienen que decirmelo.
Sebastian y yo nos miramos, y ambos asentimos al mismo tiempo; Henry sabía lo que significaba eso.
