Braco y Sebastian son dos chicos que luchan por defender Isla Refugio de las temibles Fuerzas de la Oscuridad: enfrentándose contra robots asesinos, alienígenas temibles y entes demoníacos, haciendo tanto amigos como enemigos en el proceso.
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—Parece que han raptado seres de otros planetas... —le dije a Henry mientras el tigre avanzaba por el pasillo repleto de celdas en busca de los niños—. Que loco... ¿no crees?
Había una gran variedad de criaturas, algunas no eran muy diferentes a como se representaban en el cine. Aunque la mayoría tenían formas que nunca antes había visto.
Continuamos el recorrido hasta llegar al fondo; el tigre se detuvo frente a una de las celdas y rasguño su superficie verdosa traslúcida, lo cual lanzó algunas chispas al aire. Se trataba de la celda de uno de los niños.
—No lo toques. Te lastimara —le ordenó Henry antes de bajarse de un salto—. ¿Sebastian? Oh, gracias a Glendower estás bien.
El niño se levantó del suelo, sonrió y dijo muy alegremente:
—Sabía que vendrías a rescatarnos. Yo lo sabía...
Mientras ellos hablaban de sus cosas, yo le eché un vistazo a las demás celdas, intentando buscar a White.
—¿Black? —escuche su voz—. ¡Por todos los ovnis, realmente estás aquí!... No puedo creermelo.
Ella se encontraba arriba de la celda del niño, Sebastian. Al verla ahí, relativamente a salvo, no pude evitar sonreír un poco... Después volví a la seriedad de antes. La seriedad natural que siempre he tenido, por supuesto. Como todo un profesional.
—Apuesto a que estás feliz de verme —la celda debía tener una fuente de energía, algo que la mantuviera encendida... Eso es lo que buscaba ahora... Una forma de desactivar esa barrera de la muerte—. ¿Lo estás cierto?
—Está bien, solo intenta no presumir demasiado...
Si que estaba feliz de verme, pero no iba a aceptarlo tan fácilmente.
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