Braco y Sebastian son dos chicos que luchan por defender Isla Refugio de las temibles Fuerzas de la Oscuridad: enfrentándose contra robots asesinos, alienígenas temibles y entes demoníacos, haciendo tanto amigos como enemigos en el proceso.
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—¿Qué fue lo que miraste? —le pregunto a Sebastian mientras hago mi cuarto intento de un barquito de papel—. Tú sabes... cuando te... Sumergiste...
Él ya había conseguido crear el suyo, y me esperaba en la orilla del río, listo para iniciar nuestra carrera de barquitos por la corriente.
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—Yo... pues... lo... Lo olvide...
—Eres muy malo mintiendo.
—Pues... tú eres muy malo haciendo barquitos de papel.
Entorné los ojos.
—Uuu... Haré que te retractes sobre eso.
De mi mochila saqué un crayón rojo y con él comencé a dibujar un diseño totalmente genial a mi barquito, con unas calaveras, fuego, dragones y relampagos; al terminar lo levanté en lo alto.
—¡Contempla a La Corriente del Naufragio, Hraesvelgr IV ! —exclame—. Tu barquillo no podrá contra él.
Cerró una de sus manos en un puño.
—Ya lo veremos.
—Si yo gano tendrás que decirme lo que miraste —le dije—. ¿Hecho?
—Hecho —nos dimos la mano—. Pero si yo gano tendrás que admitir que mi barquito fue superior al tuyo.
—Hecho.
Nos colocamos a las orillas del río y contamos hasta tres antes de soltar nuestras embarcaciones sobre el agua; la corriente las arrastró y así inició la carrera.
Sin embargo, la zona que habíamos designado como meta, donde unas pequeñas ramas impedían que nuestros barquitos siguieran la corriente hasta más allá del bosque seguro, no sirvió para nada en absoluto; ambos barquitos golpearon las ramas al mismo tiempo, y la corriente los hizo saltarlas como si nada.
—Parece que fue un empate —dijo Sebastian, poniendo sus manos en su cintura.
—Nada de eso —le dije yo—. Tengo que saber quién ganará.
