Braco y Sebastian son dos chicos que luchan por defender Isla Refugio de las temibles Fuerzas de la Oscuridad: enfrentándose contra robots asesinos, alienígenas temibles y entes demoníacos, haciendo tanto amigos como enemigos en el proceso.
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—¡¿Qué?! —exclamé con el cómic en mis manos; por poco me caigo de la cama—. Oh, tiburones, no puedo creer que terminara así la historia... Es tan triste... Ahora siento un vacío en mi alma que no podré llenar...
Nunca había leído un cómic antes; este me lo prestó Evan el otro día y va de una chica regordeta, Nimona, que puede convertirse en un montón de animales y criaturas. Es alucinante. Y no me lo estoy inventando. De verdad existe:
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De pronto, escuché la cansada voz de Sebastian quejándose desde la cama de abajo:
—Braco... —me dijo antes de soltar un bostezo, y después otro: creo que lo desperté por accidente con mis gritos— ¿Podrías bajar un poco la voz? Son las diez de la noche. Intento dormir...
Suelo ser bastante intenso cuando leo algo... Creo que me meto demasiado en la historia y ni siquiera me doy cuenta de que estoy leyendo en voz alta. Supongo que es algo normal...
—Lo siento...
Volvió a bostezar.
—Tú también deberías dormir... Es tarde.
Para nosotros, las diez de la noche es una hora muy tarde. Muy tarde. Normalmente dormimos por ahí de las ocho... Más que nada porque esa es la hora a la que Henry nos manda a la cama; dice que los niños necesitan dormir mucho y esas cosas.
—En un momento —le dije, guardando el cómic debajo de mi almohada—. Buenas noches, Seb.
—Buenas noches, Braco.
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