Braco y Sebastian son dos chicos que luchan por defender Isla Refugio de las temibles Fuerzas de la Oscuridad: enfrentándose contra robots asesinos, alienígenas temibles y entes demoníacos, haciendo tanto amigos como enemigos en el proceso.
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—Entonces... De-de-dejenme ver si en-entendí, ¿ustedes, dudes, son pa-parte de una raza mágica con súper po-po-poderes, y se encargan de pro-proteger al mundo? —nos preguntó Evan al mismo tiempo que jugaba a una de las máquinas, un videojuego ultra violento sobre unos demonios en Marte o algo así—. Y yo apenas me ve-ve-vengo enterando...
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Sebastian y yo estábamos al lado de él, jugando a un juego llamado: "Los Super Pandas Brothers".
—Y... ¿có-cómo eran los a-a-alienígenas? —no dejaba de hablar sobre eso—. ¿Les implantaron sus hue-huevecillos? ¿O solo e-e-eran hombrecitos ve-verdes?
—Pues... si eran verdes... un poco —le respondió Sebastian—. Pero no eran muy diferentes a nosotros.
—Tal vez se-se-sean una subespecie de su ra-raza.
¿De dónde saca todas esas tonterías? Tal vez... por eso siempre está solo... No lo sé. La idea de acercarnos a él fue de Sebastian, creo que le agrada, y creo que ambos le agradamos.
—¿Creen que re-re-regresen algún día? —nos preguntó; ignorarlo no servía de mucho—. Como en la se-secuela de el Día de la Independencia.
—¿Día... de la Independencia? —pregunté.
—Es una película de in-in-invasión extraterrestre —respondió—. A no-nosotros, los humanos, nos gustan esas co-co-cosas.
—Tal vez deberíamos verla algún día. Todos. Juntos —dijo Sebastian, y yo le dí un pequeño codazo, muy disimulado; segundos después ambos perdimos nuestra última vida en el nivel final. Game Over.
Evan seguía pegado a la máquina. Quien sabe ya cuántas horas llevaba ahí.
—Existen pe-películas me-me-mejores —dijo sin apartar la vista de la pantalla en ningún momento—. Como los Asalta Fan-Fantasmas.
Sebastian se acercó más para observar cómo jugaba, pero yo me quede ahí mismo; no pensaba jugar otra cosa que no fueran Los Super Panda Brothers.
