Capítulo 29: "Viridi Spectralis"

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 Conseguimos escapar a duras penas, casi ilesos

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 Conseguimos escapar a duras penas, casi ilesos. Definitivamente mi nariz no está pasando por sus mejores momentos... No sé cuánta sangre más perderé antes de desmayarme o morir, tal vez será más pronto de lo que creo. Debí escuchar a la Doctora Jensen. Sí... debí escuchar a muchas personas... 

—¿Te encuentras bien? —me pregunta Slate mientras ascendemos en el elevador; apenas puedo seguir su voz y me tambaleo de un lado a otro. Termino en el suelo—. No cierres los ojos, ¿me oíste? Estamos por salir de este agujero y te van a atender. Resiste un poco. 

Decido centrarme en observar su rostro, observar sus facciones sin despegar mis ojos de los suyos ni por un segundo. Pronto descubro lo familiar que me resulta su nariz respingada, sus cejas gruesas y esa mirada de ojos bien abiertos: Simon... Alguien más que viene a quitarme lo que amo.   

—E-e-entierra este lugar cuando salgamos, Slate —apenas conseguía decir algo claramente; sentía mi sangre llenándome la boca, desbordándose por la comisura hasta el suelo—. Entierra a ese demonio de nuevo... ¿Me entiendes? No dejes que salga.

—No me hables como si fueras a morir. 

Le sonreí.

—Creo que ver sangre me pone... extraño. En especial cuando se trata de mi sangre.

Empezaba a sentirme como dentro de un sueño... Más bien, solo muy drogado. Aún recuerdo ese día del verano en el que Lucy compró panecillos con las personas incorrectas: había sido, quizá, el día más extraño y gracioso que pasamos juntos. Mucho antes de toda esta basura.

—Ya no hables —me ordenó—. Perderte así me traerá cientos de problemas. 

—Al menos p-p-podrías agradecer que te he salvado la vida, ¿no crees? Cuando te quedaste ahí, paralizado como un pequeño venado asustado... Estarías más que muerto si no fuera por mí.   

Se apartó. Aparentemente para respirar mejor del otro lado; lo escuché inhalar y exhalar con pesadez. Por un momento pensé que estaba llorando pero no era el caso: se lamentaba en silencio por sus quemaduras. Demasiado en silencio. 

—¿Le temes al  fuego? —insistí. 

—Yo no le temo a nada, eejit —respondió dándome la espalda—. Fui entrenado para no sentir miedo... Ni siquiera recuerdo haber sentido algo como eso en mi vida. 

—Todas las personas le temen a algo.

Se volvió y la luz de la superficie le iluminó el rostro:

—He dicho: no le temo a nada. 

 

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2019 ⏰

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Braco & Sebastian contra las Fuerzas de la Oscuridad #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora