Capítulo 22: "El Nombre de las Estrellas"

5 1 0
                                    

—Hmm

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Hmm... No... No puedo hacerlo...

—Serena tu mente, Braco —le oigo decir mientras invoca y hace desaparecer su espada; un haz de luz afilado que se despliega sobre su palma robótica... Casi parece ser una extensión de su cuerpo—. Materializar la luz en armas puede... llegar a ser más complicado de lo que se considera —sonrió y el arma se desvaneció en sus manos—. Yo... en realidad tardé bastante en dominarlo... Bastante más de lo que me gustaría admitir. No tienes que sentirte mal si no puedes hacerlo...

Intento concentrarme; coloco mis manos como dijo y de verdad que me esfuerzo, pero... no logro sacarme de la cabeza que Sebastian lo consiguió ya desde la semana pasada... Me hace sentirme como un fracasado. Primero con la arena y... ahora con esto.

Debo ser una vergüenza para todos los Iluminados de la historia.

—¿Braco? —Henry notó mis lágrimas—. ¿Pasa algo? 

Me limpio las mejillas rápidamente: tal vez Henry pueda verme llorar pero no quiero que Sebastian me vea también.

No, no, yo estoy bien... ¿Podemos continuar?

Claro que no me creyó.

—De hecho —dijo cruzándose de brazos—. Me parece que ha sido suficiente entrenamiento por hoy. Tienen que descansar —se sobó el hombro—. Yo tengo que descansar...

Esa noche no pude dormir; me despertó uno de esos extraños sueños que nunca puedo recordar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Esa noche no pude dormir; me despertó uno de esos extraños sueños que nunca puedo recordar. Esos sueños que cada día son más frecuentes...

Eran como las tres de la mañana cuando descubrí al tigre "jugando" de nuevo con mi pobre mochila: la mordía, rasguñaba y jalaba de forma brusca. Algo desesperado... Como si dentro se encontrara un gran trozo de... lo que sea que los tigres mágicos coman. 

Tenía que detenerlo.

Oye tú —le dije con un susurro, casi un grito molesto, y después salte de mi cama para atraparlo-. Vuelve aquí, malandrín.

Creo le parecía divertido que intentara atraparlo, porque agitó su cola de un lado para otro y se puso a correr por toda la casa, atravesando las paredes con su extraña habilidad. Tenía una gran ventaja sobre mí; no iba a poder atraparlo... Ahora comprendía porque Henry lo había tenido encerrado en ese sótano todo este tiempo.

Braco & Sebastian contra las Fuerzas de la Oscuridad #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora