Clave #8

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Aunque no fueron recibidos con miradas amistosas, lo cierto era que ingresar a las cabinas de tiro del cuartel de la policía no resultó ser un problema. Tal y como les habían prometido, solo tuvieron que dar sus nombres falsos para que los dejaran entrar y tras darles algunas instrucciones, abandonarlos en aquella sala.

Habían por lo menos unas diez cabinas una al lado de la otra, separadas simplemente por unos tablones de madera. A unos diez metros de distancia estaban los blancos con sus marcas correspondientes y algunos agujeros de bala. Debían ser bastante nuevos para no verse tan dañados. Cada cabina contaba con un pequeño espacio para ubicar cosas, como los teléfonos o las municiones y, en una de ellas, habían dos pistolas y algunas balas.

Seokjin se adelantó a él y lo llamó con un gesto de la mano para que se ubicara detrás de él. Le pasó unos lentes protectores, pero Jin no se los puso.

—Lo importante es que coordines el blanco con ésta parte de la pistola —Seokjin tocó un pequeño relieve en la punta—, y que al mismo tiempo lo alinees con este espacio de aquí, cerca de la culata.

—Eso suena bastante complicado de hacer, más aún cuando no tienes tiempo para pensar —señaló Namjoon. Su novio sostenía la pistola con tanta facilidad y hablaba de cómo usarla como si fuera un juguete, pero eso no iba con él.

—Te acostumbras con el tiempo, créeme —prometió el mayor dándole una sonrisa—. Aunque me gustaría que no tuvieras que hacerlo.

—No te preocupes, esto es en caso de emergencia, ¿No?

—Por supuesto.

No sonaba del todo convencido, pero tampoco quiso ahondar en el tema.

A modo de demostración (o quizás tratando de impresionar a Namjoon), Seokjin vació un cartucho en uno de los blancos contorneados como personas. Todas las balas fueron a parar en el medio de las dianas, en la frente, entre los ojos, en el corazón, en el plexo. Lo más impresionante de todo fue que nunca se detuvo a apuntar, lo hizo todo de golpe, tan rápido que no fue capaz de seguir sus movimientos.

Pero venía lo que realmente no sentía muchas ganas de hacer... tener que disparar él mismo. Seokjin recargó la pistola que tenía en manos y se la puso sobre la palma, para luego apartarse para que tome su lugar. El arma se sentía pesada entre sus dedos. La última vez que había tenido que usar una había sido cuando los Kang secuestraron a Taehyung y Jin.

—No te pongas nervioso, Joonie, nadie te está apuntando y no estás apuntando a nadie, no hay peligro —murmuró Jin pegándose a su espalda y ayudándolo a sostener mejor la pistola. Él mismo movió sus brazos para apuntar—. Estoy justo aquí. Dispara.

Sin poder evitarlo, Namjoon cerró los ojos antes de apretar el gatillo; el estallido hizo que un pitido le distorsionara la audición por unos segundos, pero para su desgracia, no le había dado al blanco. La marca de la bala estaba fresca contra la pared por encima de la cabeza del muñeco, bastante alejado del medio.

—No pasa nada, ahora no cierres los ojos antes de disparar —casi olvidando que tenía a Seokjin pegado a él, se removió un poco en su lugar, obviamente causando una fricción entre ambos. El mayor usó un brazo para afirmarlo de la cintura—. Si no te comportas voy a verme obligado a doblarte contra la mesa, ¿Entiendes?

No lo había hecho a propósito, pero la advertencia lo estaba ayudando a relajarse bastante, así que lo agradecía.

—Fuerte y claro, capitán.

—Ahora vuelve a tratar, calmado y sin cerrar los ojos.

Practicaron hasta quedarse sin municiones y aunque Namjoon no se convirtió en un prodigio de la puntería ni nada así, lo cierto era que había conseguido mejorar bastante, para alguien no estaba acostumbrado a disparar. Una sola vez consiguió darle a un blanco, pero sus otros intentos no fueron tan malos. Siempre podrían practicar más en el transcurso de los días.

OPERATION: Decode | JinNam {Binary Code #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora