Dos años después de escapar de Noir y dedicarse a formar una vida normal y alejada de los riesgos del hacking y las misiones, la calma de Namjoon y Seokjin se ve interrumpida por lo que a simple vista parece ser un virus de computadora.
|| Segunda p...
Normalmente la lluvia traía recuerdos tristes o cálidos a todo el mundo. Al mirar a su alrededor pudo notar cómo las pocas personas en la calle miraban hacia arriba y las expresiones en sus rostros cambiaban casi al instante. Algunas se ponían brillantes. Otras un poco más agrias. Era lo que pasaba cuando el corazón se llenaba de imágenes de tiempos pasados, perdidos o ganados.
Pero él no sentía nada cuando empezaba a llover. Nada emocional, de todos modos, porque sí que estaba sintiendo algo de frío. Por la mañana había hecho bastante calor y ni una sola nube había cubierto el cielo, pero evidentemente las cosas se pusieron grises con el transcurso del día. Por el aparente clima brillante de la mañana, no se le había ocurrido traer un abrigo y mucho menos un paraguas. Tendría que volver a casa caminando y empapándose en el llanto de la naturaleza.
Cada vez se preguntaba más por qué demonios no se conseguía un automóvil; o por qué no le pedía a Seokjin el suyo, pero luego recordaba que conducir no era lo suyo y se le pasaba. Siempre fue alguien de caminar por más largo que fuera el trayecto o recorrer las calles en una bicicleta, como en los tiempos en los que era un niño, creciendo en Busan junto a su familia y principalmente su hermano menor, Jihyun.
Esos tiempos habían pasado hacía demasiado tiempo.
Se despidió de las enfermeras en la recepción y de los doctores que pasaron junto a él en la puerta con reverencias educadas. Más de uno le preguntó si pensaba volver con la lluvia que comenzaba, pero solo sonrió y asintió con la cabeza en vez de pedir algún tipo de ayuda. Era un problema suyo, eso de ser independiente, algunas veces se le iba de las manos eso de espantar la ayuda ajena.
Se consoló a sí mismo pensando en que, de todos modos, el apartamento de su novio no estaba tan lejos. Unas pocas gotas de lluvia no iban a hacerle daño a nadie, menos a él, que estaba increíblemente sano.
Cubrió su cabeza con la fina sudadera que llevaba puesta y enterró las manos en los bolsillos de la prenda, para empezar a caminar encogido de hombros por el estacionamiento del hospital hasta la calle. Vio a las nubes ponerse cada vez más grises por el este y llegó a la conclusión de que mientras más rápido llegara, más se salvaría de la tormenta. Se venía una gigante.
Quizás mintió al decir que no sentía nada cuando caía la lluvia. No del todo, pero sí un poco. La lluvia lo hacía recordar, pero solo cuando caía en una forma y momento específico.
Un momento como aquel, casualmente, cuando caían las seis y el sol desaparecía, cuando la tormenta se acercaba por el horizonte y el frío calaba sus huesos bajo la fina tela de su sudadera. Cuando estaba agotado por haber pasado todo el día trabajando y en movimiento. Cuando intentaba convencerse de que llegaría antes de que cayera el diluvio pero al mismo tiempo era consciente de que solo se estaba engañando a sí mismo. Sin embargo, había una pequeña diferencia.
Se sobresaltó una calle más allá cuando su teléfono vibró en el bolsillo de sus jeans. Se rió de sí mismo al mismo tiempo que lo sacaba y observaba la pantalla, que instantáneamente logró sacarle una pequeña sonrisa.
Tenía que responderle a Taehyung cuanto antes.
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