Epílogo: Se cierra el círculo.

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Hubiera sido mucho más sensato prestarle atención a las señales que su hermano menor empezó a mandarle desde el comienzo del día. Nada más el apartamento cobró vida a las ocho de la mañana como siempre, Namjoon notó a Taehyung nervioso y tenso, hasta el punto de que daba pequeños saltos del susto cada vez que algo se movía con fuerza o algo golpeaba la puerta. Cuando pegó un gritito al escuchar la puerta de entrada abrirse al llegar Jimin, quizás debió hacer preguntas.

Pero no hizo ninguna. Asumió erróneamente que su hermanito había visto una película de terror antes de irse a la cama o que simplemente estaba nervioso por alguna cosa que se traía con Jimin, pero oh, se había equivocado terriblemente.

Era domingo, así que todos estaban en casa. No tenían por qué salir a trabajar y la calma era relajante como siempre. Yoongi y Hoseok estaban en quién sabe qué parte del mundo siguiendo con su luna de miel y ellos disfrutaban de la vida normal que se les había otorgado después de tan tediosa misión. Jungkook estaba... por ahí.

Acababa de pasarle a Seokjin un bol con lechugas recién lavadas cuando sonó el timbre. Taehyung se puso de pie en un salto y se ofreció a abrir la puerta, pero Namjoon fue mucho más rápido.

—No te preocupes, yo voy —dijo el mayor de los dos abriendo la puerta sin antes fijarse por la mirilla de quién se trataba: se arrepintió de ello al instante—. ¿Taehyun?

Ante la pronunciación de aquel nombre casi maldito para él, se escuchó un rumor de pasos y cosas cayendo en lo que todos los presentes se movían para acercarse o al menos poder asomarse a mirar la escena.

Jang Taehyun estaba parada en el pasillo del edificio, luciendo jeans ajustados y desgastados, junto a una camiseta oscura de algún grupo de rock que le había gustado en su juventud. Así como iba vestida y peinada, con un chongo naranjo desordenado y el maquillaje casi ausente, parecía tener unos treinta años a lo mucho, cuando Namjoon era perfectamente consciente de que la mujer pasaba sus cuarenta.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Joon sin vacilar. El silencio en la estancia se hizo denso y algo incómodo.

—Vine a verte, por supuesto. Tae me invitó —explicó inclinándose hacia un costado para ver a su otro hijo y saludarlo con una mano. Llevaba botas de cuero al estilo militar que no había atado del todo—. Oí que todo salió bien al final. Quise venir a verte hace meses pero Taehyung me dijo que lo mejor era esperar.

—Mejor hubiera sido que no hubieras aparecido en lo absoluto, la verdad —admitió Namjoon sin apartarse de la puerta. Sus dedos apretujaban la madera, lucía a punto de cerrarla en sus narices—. No eres bienvenida aquí. Si quieres ver a Taehyung, lo llamaré por ti pero yo no quiero nada contigo.

—Namjoon, ambos somos adultos, ¿no podemos sentarnos y hablar?

—Llegaste doce años tarde a la conclusión de que eres adulta, así que no.

Ella se mordió el labio, pero no se movió de su lugar. Evidentemente no había venido esperando un no por respuesta; quién sabe qué le había dicho Taehyung para siquiera convencerla de aparecer por ahí. Su hermano era muy capaz de haberle dicho alguna mentira sobre que Namjoon estaba ansioso por verla o una tontería así. Por culpa de eso tenía que lidiar con los trapos sucios.

—Hijo, yo-

—Buenas, mamá, ¿cómo estás? —saludó Seokjin parándose junto a Namjoon y colocando un brazo sobre sus hombros. Una sonrisa agradable pintaba sus labios carnosos.

Los otros dos permanecieron en shock. Seguramente ninguno se esperaba que Seokjin actuara con tanta amabilidad y que además la llamara mamá, entre otras cosas. Pasaron largos segundos antes de que ninguno pudiera decir nada y Jin esperó pacientemente. Namjoon observó su perfil intentando entender lo que ocurría, pero no podía descifrar su expresión en lo absoluto; ¿estaba siendo honesto o no?

OPERATION: Decode | JinNam {Binary Code #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora