[EXTRA #3.1] Puedes correr...

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Era una fría mañana de enero en aquel campo en medio de la nada. Nubes grises cubrían todo el cielo dando un aspecto oscuro al día y el viento soplaba gélido y les golpeaba el rostro y movía el cabello.

Frente a él, Seokjin observaba la placa de acero con el nombre de su hermana grabado sin decir absolutamente nada, pensando en ella y recordando el poco tiempo que tuvo a su lado antes de que la leucemia terminara por llevársela muchos años atrás. No lloraba, de hecho su expresión no parecía demostrar ninguna expresión en específico, pero Namjoon sabía que en el fondo, su novio estaba revolviéndose en su tristeza.

Era el aniversario número veinte de su muerte. Parecía un número demasiado elevado cuando se hablaba de la hermana melliza de Seokjin, pues nadie se espera que una niña muera tan pronto, pero el ex agente parecía haberse hecho a la idea para ese entonces.

—Es extraño, pero realmente no recuerdo mucho de ella —murmuró de la nada y por su tono, pareciera que no le hablara a él—. Solo recuerdo que quería ser enfermera y que siempre estaba en cama, demasiado débil y frágil para moverse.

»A veces me pregunto si me odiaba. Casi nunca iba a verla a su habitación porque estaba demasiado ocupado entrenando —siguió, riendo sin gracia al decirlo. Namjoon arrugó el ceño—. Cuando nuestros padres fallecieron solo nos tuvimos el uno al otro y al final, yo la abandoné cuando más me necesitaba. Nacimos el mismo día pero ella siempre dijo que yo era su hermano mayor.

—No te odiaba, Jin. Lo sabes muy bien —cuestionó Namjoon parándose a su lado y tomándole una de las manos. A diferencia de él, Seokjin no llevaba guantes.

—Sí, pero me merecía su odio. No debí dejarla tan abandonada solo por nuestro padre. Es algo de lo que nunca dejaré de arrepentirme.

—Todo lo que hiciste lo hiciste por su bien, ¿recuerdas? Tú entrenabas y ella recibía tratamiento médico —recordó el menor pasándole el ramo de flores que estaba sosteniendo en su otra mano—. Hiciste lo que pudiste y gracias a eso pudiste darle más días de los que hubiera tenido si hubiesen sido huérfanos.

Seokjin soltó un gran suspiro y aunque no lo dijo ni hizo gestos para demostrarlo, Namjoon supo que lo había convencido. De todos modos sabía que ya no se culpaba tanto como antes por ello, solo era un hecho que inevitablemente lo ponía muy triste. El mayor soltó su mano solo por un momento, para ubicar el ramo de flores azules frente a la placa que estaba atornillada a un bloque de cemento del tamaño de un escalón. Debajo la habían enterrado.

Según lo que Jin le había dicho, no muy lejos de allí estaba la entrada a una de las bases subterráneas de Noir, específicamente en la cual él y el resto de los chicos habían crecido y entrenado hasta su eventual salida al exterior al convertirse en verdaderos operativos. La sola idea de estar cerca de ese lugar le daba escalofríos.

—Bueno, mejor nos vamos o perderemos el vuelo —concluyó Seokjin dando media vuelta sin darle otra mirada a la placa y empezando a caminar hacia el auto. Lo habían dejado estacionado bastante lejos, junto a la carretera.

Namjoon no pudo moverse. Sintió como si sus pies estuvieran pegados al terreno de arena y solo pudo meter las manos en sus bolsillos y observar en silencio el lugar donde su cuñada llevaba dos décadas descansando.

No había muchas fotografías de ella ni pruebas de que en realidad había existido, pero Younghwan había sido lo suficientemente amable para mandarle a Jin una vieja fotografía de ella en su cumpleaños, ocasión en la que el hacker había podido verla. Era una foto de ella recostada en su cama, con aparatos médicos a su alrededor, y Seokjin parado a un lado con expresión seria, casi como un mini militar.

OPERATION: Decode | JinNam {Binary Code #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora