11

4K 430 63
                                    

Luego de un agradable desayuno compartiendo con una preciosa rubia, la Doctora Gordon volvió por mí, me llevaron a hacer un ECG, ella se quedó en aquella sala, viendo los resultados, hablando con otras personas, mientras yo pedía por favor volver a mi camilla, me sentía agotada sin razón aparente, era algo que pasaba de vez en cuando, sólo estaba cansada.

-¡Lena! ¿cómo te fue? -Kara me recibía con toda su alegría.

-No lo sé, supongo que bien. -me dejé caer sobre la cama, el peso de mi cuerpo era inmenso.

-¿Te sientes mal?

-Sólo estoy cansada. -suspiré, quería creerlo.

-Entonces toma una siesta. -sonrió.

-¿Tienes una solución adorable para todo? -me reí.

-Sólo para ti. -se acercó a mi camilla y acarició mi mejilla.- duerme, yo te estaré cuidando, prometo no comerme tu almuerzo.

-Gracias, ahora puedo dormir tranquila. -me reí.

-Seriamente ¿qué tienes?

-No lo sé, mi corazón siempre ha estado enfermo, quizás ha llegado mi hora o tengas razón y sólo tengo que descansar.

-No digas eso de nuevo. -acomodó mi cojín y besó mi frente.- Descansa.

Mis ojos pesaron más cada minuto, finalmente me había dormido, soñé con mis padres, discutían, durante mucho tiempo no fue algo nuevo, esta vez se trataba de mí, sentía como Lex me abrazaba, secaba mis lágrimas, ella gritó que era mejor si moría de una vez. Por años había sido un recuerdo recurrente que aparecía en mis sueños, repitiéndose varías veces en una noche, mi madre estaba ebria a más no poder, con suerte podía mantenerse erguida estando sentada en el sofá, intentando ahogar aquellas duras palabras con alcohol, supongo, las terminó soltando cuando Lex y mi padre trataron quitar la botella de su mano, pidiéndole que fuera a la cama porque al día siguiente tendríamos terapia familiar, yo estaba mirando todo, con mi cara entre los barrotes de la escalera y Lex me encontró, lloraba desconsoladamente, aquel sentimiento de querer ayudarla, se volvió una prioridad, mi familia completa sería más feliz conmigo fuera de sus vidas... dejé de ayudar en mis tratamientos. Desperté de un salto, Kara me miraba preocupada, la máquina que iba al ritmo de mi corazón sonaba como cuando presionas la tecla de un piano muchas veces, mi respiración iba tan apresurada como mi corazón, me senté y tragué sonoramente.

-Tranquila, sólo fue un mal sueño. -asentí, atrapé mis piernas y mi mentón se posó sobre mis rodillas.- Ven, está todo bien ¿sí?

Kara me ayudó a respirar, acariciaba mi espalda con suma suavidad, realmente me tranquilizaba, su cabello olía a jazmín, se había dado una ducha mientras dormía; un enfermera entró a revisarme, preguntaba que había pasado, casi atacándome por no controlar mis sueños, era como mi madre, se marchó cuando todo estuvo en orden, Kara no me soltó en ningún momento. Llegó el almuerzo, comíamos tranquilas, ella había decidido quedarse sentada a los pies de mi camilla, cuidándome, incluso me ayudó con mi jugo.

-Gracias, no tenías que hacerlo. -sonreí tímida.

-Quería hacerlo. -me miró y sé sonrojo; me reí.- No es gracioso, no puedo evitarlo. -evitó verme, bajando la cabeza y arreglé el mechón.

Tomé su mentón para que me viera directo, sus ojos tenían varios efectos en mí, hoy me calmaban, sonreímos, dejé mi bandeja de lado, ella seguía comiendo, tragó y le robé un beso.

-Tu padre podría entrar y verte... o la Doctora Gordon. -su semblante denotaba preocupación, quizás mezclada con miedo.

-Lo siento, de verdad lo lamento, no pregunté, entiendo que no quieras que nos vean, perdón. -me sentí fatal por no haber pensado en eso.

Un corazón. [Supercorp AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora