Epílogo 1

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Para este capítulo pueden escuchar The Scientist – Coldplay.

Kara.

No podía decir que ya no me duele la muerte de Lena, no podía evitar decir su nombre cuando me preguntan por el amor de mi vida, aunque después de estos catorce años es complejo recordar su rostro o su voz, aún mantengo el canguro que ya poco posee de su aroma y no he abierto aquella caja durante una década, no me faltaban momentos en que deseaba hacerlo, leerla nuevamente, ver su video, nuestro video, volver a oír su voz, su risa pero al final, sabía que estaba mejor así, que al final, debía dejar ir su recuerdo porque era la única que aún sufría al pensarla; visitaba su tumba cada año, nunca se me dió bien el tema de los funerales ni los cementerios pero iba el día de su cumpleaños a dejarle macetas, con la estúpida esperanza de que si le daba flores viva, ella no habría muerto del todo. Aún así, en alguna época de mi vida, quise superarlo, quise dejar atrás aquello, intenté recomponerme, incluso estuve comprometida con mi, siempre fiel, amigo Winn pero es muy obvio que las cosas no se dieron como él habría deseado, lo intenté, de todo corazón, lo quería y muchísimo pero ¿lo amaba? no, no podía amar a nadie, aún deseando hacerlo, incluso aceptaba el hecho de que visitase a Lena, al menos en el principio de nuestra relación pero con el paso del tiempo terminaba discutiendo conmigo porque dedicaba más de mí a una muerta, que a él; aquello nos rompió porque ya no había nada de rosa en mí, solo las espinas.

Posterior a eso, intenté citas rápidas, frecuentaba bares con Alex, quien, hace unos nueve años, finalmente me contó sobre aquel momento con Maggie cuando tenía dieciséis, lo había terminado olvidando pero quedamos bien con eso y nos dedicamos a divertimos un par de años, saliendo juntas pero al final de la velada cada quien terminaba en momentos de una noche, aunque finalmente terminó contrayendo nupcias con Sam, aquella extrovertida chica que era amiga de Lena; luego de su muerte comenzamos a vernos seguido, su hija me hacía sentir un poco mejor y de todos modos Sam me consideraba la madrina, así que no me negaba a cuidarla o pasar tiempo con ella y cuando Ruby cumplió siete, logré convencer a Alex de conocerlas, fue un flechazo instantáneo de parte de ambas, desde entonces nada logró separarlas y me hizo muy feliz saber que Alex estaba viviendo la vida que deseaba y que merecía.

En cuanto a mí, hace cuatro años tomé la decisión de que ya no quería pasar un día más estando sola e inicié los trámites de adopción, aunque tuve la posibilidad de adoptar un pequeño recién nacido, preferí adoptar a una pequeña de seis años, la primera vez que la ví, no pude evitar pensar en que podría ser la hija de Lena, que podía ser nuestra hija, nos llevamos bien desde el principio y construimos una relación fuerte. Lara, actualmente tiene diez años y es mi mundo entero, vivo por ella, por mantenerla a salvo, por hacer que siempre se sienta amada y porque sea una persona de bien para el mundo; es muy inteligente, algo tímida y bastante curiosa. Hoy ha encontrado la caja de Lena.

-¿Quiénes son ellas, mamá? –me enseñó una foto, estaba Lena besando mi mejilla.

-¿De dónde sacaste eso?

-Lo encontré arriba, estaba buscando la ropa para el disfraz de la fiesta de Ruby.

-Oh. Esa soy yo.

-¿Y ella quién es?

-Lena, ella es Lena Luthor.

-¿Por qué no la conozco?

-Porque ella ya no está aquí, falleció hace un montón de años.

-¿Es a quien vamos a visitar al cementerio todos los años? –asentí.– ¿Era tu mejor amiga?

-Mmmh, se podría decir que lo fue, en cierto modo, teníamos una excelente relación amistosa pero no.

-No entiendo.

-Dame la caja. –tomé aquella caja oscura y algo desteñida por el paso del tiempo.– Lena Luthor era mi novia, mi primer amor y el único que he tenido, Lara.

-¿Tuviste una novia? –me regaló un rostro de impresión.

-Sí, cuando era pequeña tuve la mejor novia del mundo. A veces tú me recuerdas a ella.

-¿Por qué?

-Tienes unos ojos tan preciosos como los que ella tenía, eres muy inteligente, eres amable y tu sonrisa me llena el corazón.

-¿La amabas mucho?

-Mucho. Quizás no la amé bien pero sí la amé mucho.

-¿La extrañas?

-Sinceramente, sí. Tuvimos un mal final pero nunca dejé de amarla.

-¿Habrías deseado tener hijos con ella?

-Sí. Es probable que hubiésemos adoptado.

-¿Desearías que ella estuviera aquí ahora?

-¿Por qué lo preguntas?

-Habrían adoptado a alguien pero es probable que adoptasen un bebé; entonces nosotras no...

-Lara, hija, jamás te cambiaría, por ninguna persona, viva o muerta, ni siquiera por Lena.

-Pero tus ojos brillan cuando hablas sobre ella, debiste amarla más que a nadie.

-Hasta que te conocí a ti.

La abracé, vimos un par de fotos, las cartas, le expliqué sobre aquella metáfora que Lena me había enseñado y ella decidió que si la mujer de esas fotos estuviese viva, le llamaría "mi otra mamá" no pude evitar sonreír, vimos aquel video, le expliqué un poco la situación que Lena vivía, le causo tristeza pero recordé que no debíamos sentir lástima por ella, así que intenté recordarla en sus mejores momentos, lloró un poco, me abrazó diciendo que me amaba durante al menos diez minutos; finalmente encontramos el disfraz que buscaba y me pidió quedarse con el canguro de Lena, a lo cual accedí. Cuando la dejé en la fiesta, que culminaría con una pijamada entre ellas, regresé a casa para volver a leer aquella carta; cerré la caja y la puse en mi closet, cerré la puerta con un suspiro pesado y comprendí que si Lena estuviese aquí, no tendría a Lara.

Fue entonces que dejé de atormentarme con el fantasma de un amor para finalmente soltarla, necesitaba alguna manera de cerrar ese ciclo, jamás había logrado encontrarla, hasta el día de hoy, tenía claro que Lena siempre iba a formar parte de mi vida pero también debía aceptar que fue solo un suspiro del viento en mi viaje, que tenía que avanzar, que tenía otras razones para proseguir, que el amor se encuentra en diferentes formas y que podía vivir el presente, con el nuevo amor de mi vida, mi hija.

Y, finalmente, con el paso de los años logré comprender qué fue lo que nos separó, la razón por la que no tuvimos un final de cuento de hadas. Algo tan pequeño, tan simple pero tan vital. Un corazón.

Un corazón. [Supercorp AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora