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Alguien me hablaba, dulce, suave, llamativa, sentí que tocaban mi cara "aquí" dijo, "por aquí", todo era blanco, no estaba segura si me pedía que caminara o no, "con cuidado", un roce tierno a mi mejilla "te necesito aquí, Lena" decía, como si yo supiera donde estaba, "Kara te necesita también ¿lo olvidaste?", el lento y cansado pianista recibió una descarga de energía, mi corazón volvía a latir. Kara.

Siento un par de agujas en mi brazo, suspiros sonoros, abro levemente los ojos logrando ver a una doctora Gordon sonriente, acaricia mi frente.

-Aún te queda mucho, preciosa, sigue con nosotros ¿sí?

Intento decir algo, nada sale, intento mover la cabeza, nada sucede; la mascarilla es acomodada en mi cara, el sueño llega rápido, mis ojos pesan, un susurro.

-Prometo que todo saldrá bien. -sentencia.

Desperté luego de unas horas, por un segundo creí que el sol pegaba en mi mano pero luego de un leve movimiento noté que era Kara, la oía llorar, bajito, como si fuese un secreto. Junté toda la energía que tenía.

-No. -solté.

-¿Lena?

Abrí los ojos, nos quedamos viendo, brillaban demasiado, estaban hinchados, un tanto rojizos; no era experta en miradas, para nada, pero esa, esa maldita mirada, le hecho daño, lastimé algo dentro de ella.

-Me asustaste.

No podía decirle nada, odiaba eso, ser tan inútil, no poder decirle nada, no poder responder, cerré los ojos otra vez. Tuve un pequeño recuerdo.

Le pedí disculpas, me dió un pequeño regaño. Me gustas... mucho, dijo ella.

Abrí los ojos de nuevo, seguía sollozando para si misma, tenía una impotencia tan grande, todo era culpa mía, de este maldito corazón inútil.

-Me gustas mucho. -dije entre jadeos.

-Lena...

-No lo vayas a olvidar.

-Jamás.

Me dió un beso corto, quedando a centímetros de mi boca, comencé a llorar, no podía darle esto a Kara, no podía caer en este hoyo y arrastrarla. De pronto una lágrima suya se mezclo con una mía, bajaron por mi mejilla, desviándose a mitad de camino, pasando cerca de mi oído.

-Perdón.

-Descansa ¿sí? -me dió otro beso.- Buenas Noches.

Cerré los ojos de nuevo. Mi último pensamiento consciente fueron sus ojos cuando reía.

Estábamos caminando por la playa, hace mucho tiempo no iba, la mano de Kara sujetaba la mía, sonreía para mí, de pronto soltó mi mano y corrió un poco, el sonido de la foto la delató, se reía, dejé de caminar para que pudiera tener una mejor fotografía mía.

Nos sentamos en la arena, nos quedamos viendo el atardecer, apoyaba su cabeza en mi hombro, le di un beso, ella acariciaba mi mano. El sol se había ocultado por completo, Kara se puso de pie, se quitó la playera y el short, también lo hice; entramos al agua, tomé sus manos, nos besamos, lento, me levantó y la rodeé con mis piernas. Sonreímos.

Era extraño despertar de un sueño en donde eres feliz, donde todo parece estar bien, en perfecto estado, una vida armoniosa y chocar de lleno con la realidad de que tu cuerpo está débil, congelado, tu mente despierta primero porque tu cuerpo no está cooperando. El sol ilumina levemente la habitación, suspiro profundo, lentamente mi cuerpo comienza a reaccionar, habían maquinas sonando, estaba conectada a muchas cosas. Intento observar la habitación, la cómoda con mis zapatos sobre ella me hacen notar que es mi habitación, giro la cabeza en busca de mi móvil y me detengo en seco en la imagen que tengo al frente. Kara dormía en la silla, tenía encima una manta gris, estuvo ahí toda la noche, realmente no la merecía... Ella, en realidad, no merecía esto. Comencé a llorar, hace años nadie se quedaba conmigo toda la noche, cuando cumplí diez años decidí que mi madre se esforzaba demasiado, lo discutimos varias semanas, accedió a no quedarse a menos que fuese una emergencia; volver a ver esa imágen ¿saben? alguien que te quiere demasiado, ahí en la silla, durmiendo en una incómoda posición, únicamente porque tenía demasiado miedo para dejarte... Me rompía el corazón, lo hacía aún más porque era Kara. Limpié como pude las lágrimas.

Un corazón. [Supercorp AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora