Un corazón. [Supercorp AU]

26

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Disfrutaba la compañía de Kara más que nunca, habíamos acabado los bocadillos que irrumpieron nuestro primer momento íntimo, el cual me había dejado flotando en las nubes por largos minutos, antes de esto no comprendía la razón exacta por la cual la gente creía que la intimidad era increíble, no es que me asqueara, es solo que no lograba comprender que tenía de asombroso, al menos hasta hace un rato, entonces lo entendí, había comprendido finalmente lo que acaba de pasar entre Kara y yo. Tal vez es cierto que no habíamos llegado muy lejos pero estábamos haciendo el amor, nosotras lo hicimos; había puesto todos esos sentimientos que llevaba dentro de mí, en un plano físico, se los había enseñado a Kara, todo lo que yo sentía por ella, sé que lo pudo sentir también cuando la besaba, cuando acariciaba su piel, había amor y deseo en cada movimiento, eso era lo que sentía profundamente cuando mordía su labio o sonreír ladeado. Quería hacer el amor con Kara todas las veces que tuviera la oportunidad, realmente lo quería, aquel ápice que me regaló solo había hecho estallar esa necesidad en mí, deseaba sexualmente a mi novia más de lo que yo misma creía.

-¿Estás bien? —preguntó.

-Sí ¿por qué?

-Casi no has hablado ¿Es por lo que ha pasado hace un rato? Lo siento. —dijo muy rápido.

-¿Qué? No, quiero decir, sí, es por eso pero en el buen sentido.

-¿En el buen sentido?

-Sí, me he dado cuenta de que en serio te... te deseo. —susurré.

-¿Me qué?

-Te deseo, Kara.

Hubo un silencio brutal, irrumpido por el sonido de mi novia tragando saliva, sonaba tan quejoso, sus mejillas se tornaron rojas lentamente, al igual que las mías, sentía el calor y comenzaron a sudarme las manos.

-También te deseo, Lena. —susurró.

Sus ojos conectaron con los míos, ambas estábamos avergonzadas, sonreí, sin saber que otra palabra agregar. De pronto se abalanzó sobre mí, en un beso desesperado, su lengua arremetió contra la mía, sujetaba firmemente mi nuca, atrayéndome aún más, si eso fuese posible, bajó a besar mi mandíbula y supe que era mi perdición en el preciso momento en que sus labios tocaron el primer centímetro de mi cuello. Kara Danvers era mi perdición y estaba completamente entregada a disfrutarlo.

Logró acomodarse sobre mí, la bandeja fue empujada hacía los pies de la cama con suma facilidad, sus labios caminaban sobre mi cuello como si conocieran el lugar exacto, sentía unas cosquillas extrañas en el centro de mi abdomen, mi estómago parecía generar mil mariposas por segundo; Kara tomó el primer botón de la camisa a cuadros, sus ojos buscaron los míos, pidiendo autorización, asentí viendo como ágilmente desabotonaba la prenda, se detuvo a detallar mi torso, en un principio como cuando vez un cuadro y no lo comprendes, luego como una persona que lleva tiempo sin comer y tiene en frente un enorme platillo de su comida favorita; me quedé viéndola, sonrió ladeado, acercándose a besar una de mis numerosas cicatrices, pasando a otra pequeña, siguiendo el sendero de marcas, pasando por mis notorias costillas hasta llegar a la que había dejado el desfibrilador, besando suavemente.