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Durante la lectura les recomiendo escuchar la canción "Grace – Bebe Rexha."
Es la única canción que creí, entregaba de la forma más real posible, lo que se siente entregarles este capítulo a ustedes.
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Aquel sábado se sentía como tener una espina enterrada en la mano, era imposible quitarme esa sensación de culpa y quería llorar todo el tiempo, me hice la idea en la cabeza de que era lo mejor para las dos y que ninguna sufriría. El día estaba algo frío, el cielo mostraba leves trazos grisáceos, haciéndome sentir aún más triste, decidí usar ropa holgada, que era mi vestimenta diaria, no me esforzaba mucho en ese aspecto, me puse mis bototos negros sin ningún tipo de ayuda, elevaba perfectamente el pie izquierdo, incluso pude ponerme el zapato derecho sin ayuda. Esperé pacientemente a las doce pero me quedé sola ese medio día, Kara no apreció, simplemente no llegó, no estaba ahí y sentí que aquello me rompía aún más el corazón. Casi a las cuatro de la tarde decidí llamar a Alex para saber si Kara estaba bien.

-Hola, Alex.

-¿Lena? ¿Está todo bien?

-Eso quería saber.

-¿A qué te refieres?

-¿Kara no está ahí?

-Espera ¿Qué? Creíamos que estaba contigo, mamá dijo que tenían cosas que hablar, eso le dijo Kara cuando la llamó.

¿Kara tenía su móvil de vuelta?

-¿Qué? –mi mundo entero se caía a pedazos.– No, ella no...

-¿Kara no está contigo?

Negué, olvidando que Alex no podía verme.

-Lena ¿Sigues ahí?

-Lo siento, sí, estoy aquí. Kara no vino hoy, creí que algo le podría haber pasado.

-Te llamo más tarde ¿Vale? Quédate tranquila, la encontraré.

No contesté nuevamente, solo colgué y me eché a llorar en la cama. No sabía que estaba pasando allá afuera, debía ser un caos, en cuanto a mí, tenía mi propia tormenta, golpeándome en cada punto débil, dándome un puñetazo seco en el corazón, me sentía culpable por todo, por haber hecho que Kara perdiera el interés en mí, por haber deseado ayudarla, ella vió que me volvía en su contra y aquello me estaba haciendo un hueco enorme. Me dormí un par de horas, aún con esa respiración extraña que tenemos después de llorar, como si se acabase el aire; hasta que Alex llamó.

-Hey ¿qué tal?

-¿La han encontrado?

-Estaba con Imra, se fueron a una pequeña junta, con esos chicos del curso vocacional. Ha vuelto con un piercing en la nariz.

-¿Ella está bien?

-Sí, nada grave.

-¿Le pedirías que me llame cuando pueda?

-No sé si mi mamá la deje pero se lo mencionaré.

-Gracias, Alex.

-No hay de qué, cuídate.

Aquella semana lo único que hice fue llorar, comer, vomitar, seguir llorando, desmayarme, tener sangrado nasal y llorar hasta quedarme dormida o inconsciente, lo que fuese primero. Un nuevo sábado amenazaba, desperté a eso de las doce y quince, un día completamente gris se posaba en la ventana y Steff estaba sentada en la silla de mi escritorio, revisando mi máquina.

Un corazón. [Supercorp AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora