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-Lena necesito que lleves este papel a la sala de rayos, pregunta en la recepción como llegar. -dijo muy seria.

-Yo... Sí, voy. -miré a Sam, estaba tan pálida y aterrada.

Intenté mencionar algo más pero mi cardióloga nos sacó a ambas de la habitación, ellas se fueron en dirección contraria a la mía; tenía algo combinado entre temor y angustia, quizás una pizca de culpabilidad, había olvidado que la doctora Gordon podría ir por mí a la habitación pero no se supone que esas cosas sucedan así.

Pregunté en recepción y me enviaron a una sala al final de un pasillo, entregué el papel a un chiquillo, apenas, era bastante joven, sonriente me pidió posicionarme en la máquina y, luego de que ésta emitiera extraños ruidos, me dejó salir, sin dejar de sonreír.

Caminé acompañada de la sensación de haberla cagado, subí al ascensor y presioné el botón hasta mi piso, al llegar, la doctora Gordon venía caminando y recordé la petición de Kara.

-¿Doctora Gordon?

-Dime, Lena. -creo que está enfadada conmigo.

-¿Puedo preguntarle algo?

-Lo que sea, tesoro. -quizás no.

-Quería saber si era posible que mañana me visitara Kara, por la operación y para no estar sola... es...

-Oh, claro, sí, supongo que será tu visita principal así que ella puede llegar a las diez de la mañana y quedarse hasta las ocho de la tarde si lo desea.

-Genial, gracias y otra cosa -dudé un poco en entrometerme.- ¿está todo bien con Sam?

-No quiero hablar sobre eso ahora... Te veo mañana temprano, a las ocho en recepción ¿si?

-Vale, mañana temprano entonces.

-Nos vemos, tesoro.

Presionó el botón del ascensor y se fue en él. Caminé por el pasillo, buscando la habitación de Sam, mirando dentro de estas me percaté que muchas estaban vacías, se me hizo extraño. Finalmente encontré a Sam, sentada en su cama, mirando a la entrada, sus ojos no estaban realmente centrados en lo que pasaba alrededor, estaba sumamente perdida en sus pensamientos y no sabía si irrumpir. Luego de unos minutos ingresé, ella absorta en su mente no me notó, me senté frente a ella.

-¿Sam?

-¿Si?

-¿Estás bien?

-No lo sé ¿y tú?

-Estoy bien ¿Necesitas algo?

-¿Me abrazarías?

Sin responder me moví de mi posición, la abracé fuerte, acariciando su hombro, noté que había comenzado a llorar, tomé sus manos con cuidado.

-Tú puedes con esto, me tienes a mí.

-Me quedan unas semanas aquí, luego de eso... estoy en la calle.

-No lo estás.

-Lo estoy.

-No, puedo ayudarte si me dejas.

-¿Cómo podrías? Eres sólo una... -contempló la pequeña calabaza en el bolsillo de mi playera negra.- una calabacita.

-Esta calabacita esconde más de lo que parece, solo déjame ayudarte ¿vale?

-¿Cómo?

Tragué fuerte, no podía ayudarla sin decirle quien era, quizás se negaba luego de saber, quizás no pero si seríamos amigas ella debía saberlo ¿no?

-Una Luthor siempre sabe cómo.

-¿Lena Luthor? -sus ojos me detallaron.

-Lamentablemente.

-Tenías razón, Lena solo suena bien con tu apellido. -rió.

-¿No te molesta?

-¿El qué?

-Mi apellido.

-Por favor, no me dan miedo los apellidos, además no pareces ser una mala persona, ni nada así.

-Lo solucionaremos. -acaricié su antebrazo.

-Ahora si te creo un poco más, gracias.

-De nada.

-¿Quieres ir a comer algo?

-Sí, seguro, haré una llamada y luego vamos.

-Bien.

Me levanté, caminé hasta la puerta y observé a Sam, se veía tan triste. Me causaba ira que su propia madre la hubiese sacado de casa, aún estando enferma, no le ha importado nada, es algo que ninguna madre haría... en mi mente.

Seguí por el pasillo hasta mi habitación, cerrando la puerta tras de mí; tomé mi celular y aunque quería llamar, sólo le dejé un mensaje a Kara con la hora y la dirección, me respondió unos segundos después diciendo que estaría puntual, lo cual me sacó una sonrisa, ella era la alegría de mis malos días.

Di un par de vueltas en mi habitación, intentando pensar qué mierda hacer por Sam, luego de buscar mil opciones, me di cuenta lo tontas que eran cada una, me rendí por hoy; volví a buscar a Sam para cenar, fue silencioso, por primera vez estar junto a ella era silencioso, al subir me dió las buenas noches y se fue a su habitación, se sentía como estar con otra persona y de alguna forma eso me rompía el corazón.

Una fría noche, estoy con esa angustia en el pecho y la mente revuelta buscando donde posicionar a mi amiga cuando ya no estuviera en la clínica pero siendo sincera, no tenía nada, nada que ofrecer. Podría hablar con mi padre, decirle que era un urgencia, una necesidad, que me haría cargo en un futuro, quizás así podría conseguir un lugar para Sam y el bebé, así ella estaría a salvo y yo no me preocuparía tanto de su futuro. Tenía tanto miedo de todo, la vida era tan injusta, con Sam, conmigo, nos había tocado difícil, tener problemas cardíacos es pura mierda, vivir hospitalizada... si a eso se le puede llamar vivir, es una mierda, mi vida entera lo había sido; últimamente era diferente, salí de casa y todo era otra cosa, había hecho una amiga, tenía un diagnóstico seguro, un tratamiento, una chica que me quería y yo a ella.

Decidí lo que quería por primera vez y obtuve eso que siempre se me negó, aquello que anhelaba tanto estaba ahora frente a mí, era parte de mi día a día. La vida tiene maneras extrañas de privarte cosas, como también tiene sus mañas para entregártelas, todo esto me ha hecho perder el contacto con mi madre pero me ha regalado nuevas personas, lo cual conllevó a preguntarme, si me entrego totalmente a Kara, si me enamoro de esa forma en la que siempre deseé, profundamente, si soy feliz a tal punto ¿qué debo entregar a cambio? ¿qué me quitará esta puñetera vida por ello? ¿qué tanto estoy dispuesta a perder por amor?

Un corazón. [Supercorp AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora