capítulo 9

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10 AÑOS DESPUÉS.

El autobús se detuvo frente a la parada a un lado de la carretera, la puerta se abrió haciendo un rechinido metálico y dos o tres pasajeros comenzaron a bajar, en el fondo del vehículo dos chicas dormían una sobre el hombro de la otra, una de ellas se despertó al oír el movimiento de los pasajeros y se sobresaltó al ver que habían llegado a su destino, si no hacía algo por despertar a su prima y avisarle al conductor que esperara unos instantes ambas terminarían por ser arrastradas a la siguiente parada del camino y deberían volver a pie tres kilómetros.

—Kushina... ¡Kushina despierta!—Mikoto sacudió con fuerza a su prima haciendo que ésta se sobresaltara.

—¿Qué pasó?, ¿ por qué estás tan nerviosa?

—¡Es nuestra parada!, ¡el autobús está a punto de seguir camino, debemos bajarnos ya!

De un salto Kushina y su prima Mikoto se pusieron de pie en el apretado espacio del vehículo y comenzaron a tomar sus cosas.

—¡Señor conductor por favor aguarde, debemos bajarnos!—Kushina corrió a toda velocidad por el pasillo golpeando a su paso los brazos del resto de los pasajeros, éstos la miraron de forma poco agradable.

El conductor detuvo el autobús de mala gana y abrió la puerta nuevamente para que las chicas bajaran, por su culpa ya estaba retrasado.

Mikoto y Kushina se miraron agitadas por el jaleo mañanero y sonrieron con alivio, habían llegado a la casa de la abuela Mito.

—Hemos sido muy descuidadas, no debimos dormirnos de esa manera...—dijo Mikoto enojada consigo misma.

—Deja de preocuparte prima, todos tenemos derecho a un descanso de vez en cuando, salimos muy temprano de Tokio

A pesar de que Mikoto y Kushina eran primas hermanas ambas eran como el agua y el aceite, la primera con el cabello color azabache y una personalidad reservada y taciturna era la antítesis de Kushina, que poseía una personalidad tan ardiente como el color rojo fuego de su larga melena.

Mikoto observó el escenario a su alrededor, hacía diez años que no había vuelto a ese sitio y en contra de su voluntad los recuerdos del verano de 1974 volvieron a su memoria como si hubieran ocurrido ayer pero no eran más que eso... sólo recuerdos, ella ya había superado el recuerdo de Fugaku Uchiha hacía mucho tiempo. Respiró hondo y acomodó en el hombro su mochila.

—Vamos Kushina, la abuela nos debe estar esperando.

—Me muero de hambre...estoy desesperada por probar los pastelitos de la abuela, hace meses que no vengo a verla y hablando de eso ¿por qué tú nunca la visitas?, ella siempre habla de ti pero nunca te recrimina nada.

Kushina no entendía cómo la abuela Mito y su prima podían ser tan cercanas a pesar de que Mikoto no la había visitado en diez años. Mikoto contestó algo incómoda, no tenía ganas de remover un tema que estaba cerrado hacía una década.

—La abuela y yo nos queremos mucho, es un tipo de cariño que no necesita de la presencia constante, la vida en Tokio no me ha permitido venir tan seguido como quisiera.

—¿Tan seguido como quisieras? Ay por favor Mikoto ¡pasaron diez años!—Kushina la miró extrañada...cómo podía ser tan insensible?

—¡Basta Kushina!, ya te dije que no he llevado la cuenta del tiempo, ¿podemos hablar de otra cosa?

Kushina miró a su prima con la sospecha grabada en los ojos, estaba segura de que algo había sucedido, no tenía idea de qué podría ser pero seguramente era algo muy grave o doloroso para que Mikoto no quisiera volver a Kawagoe. Ella y su prima habían vivido a pocas calles de distancia desde que eran pequeñas y todavía recordaba el verano de 1974 y el día en el que Mikoto llegó de casa de la abuela Mito, tenía el rostro pálido y los ojos hinchados, estuvo con ese mismo semblante durante semanas y en la secundaria su estado no mejoró.

Amor...LOCO amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora