—¿Estás segura de que quieres hacer esto?—preguntó Satoru sin poder creerlo.
—Sí, más que nunca—afirmó Mikoto.
Satoru la sujetó de la mano y caminó con ella hasta el vestíbulo del hospital.
—Mi turno acabará en veinte minutos, ¿por qué no me esperas en la cafetería y nos vamos juntos?
—Está bien.
El joven le apretó la mano cariñosamente para luego soltarla y alejarse con una sonrisa. Mikoto caminó hasta el fondo del vestíbulo y cruzó la puerta doble que conducía a la cafetería, compró un chocolate caliente (le habían prohibido el café) y se sentó pacientemente en una de las mesas más alejadas observando el movimiento del lugar.
—Demonios muero de sed—farfulló Fugaku—Maldita Rinko, hacerme salir a mitad de mi turno sólo porque tiene antojo de chocolates.
Fugaku se sentó en la cafetería a esperar a Rinko para darle el paquete y volver cuanto antes a su trabajo.
—¿Por qué demora tanto? Muero de hambre—dijo Mijoto comprobando la hora en su reloj, Satoru se estaba demorando más de la cuenta.
Levantó la vista para buscar algún rastro de Satoru cuando vio a Fugaku, el dolor y los recuerdos la golpearon con la fuerza de un rayo. Él no la notó y simplemente continuó sentado en su mesa indiferente al entorno, parecía hastiado y de mal humor.
Rinko entró en la cafetería y no necesitó demasiado para notar a Mikoto, no dejaría pasar la oportunidad de aprovecharse de la situación, necesitaba hacerle ver una vez más que Fugaku le pertenecía, no fuera que con su embarazo cambiara de opinión y peleara por él. Si Mikoto abría la boca el juego terminaría con su victoria instantáneamente, ella sí estaba realmente embarazada.
—¡Hola mi amor! Gracias por venir—exclamó Rinko con voz lo suficientemente alta como para que Mikoto lo oyera desde su sitio a espaldas de Fugaku. Se acercó para darle un beso en la mejilla pero éste la detuvo sujetándola por la muñeca.
—¿Qué crees que estás haciendo? ¿Acaso te volviste loca?—susurró con ira contenida.
—¿Pero de qué hablas mi amor?, sólo estaba feliz de verte—sonrió Rinko tratando de aparentar.
—No sé a qué demonios estás jugando pero ya te dije mil veces que no quiero que te acerques a mí, toma—Fugaku se puso de pie y le tiró la caja en la falda a Rinko que acababa de sentarse—sólo vine por esto, aquí tienes tu estúpido chocolate así que no me molestes más.
—Pero amor...
Los ojos de Fugaku se encendieron de ira al escuchar esas palabras.
—Si me vuelves a decir amor otra vez te juro que...
Pero no pudo terminar la frase porque Rinko comenzó a llorar en silencio.
—Lo que me estás haciendo no es bueno para el bebé ¿sabes? Crecerá sabiendo que tú odias a su madre.
Un pequeño rayo de culpa invadió el cerebro de Fugaku pero el enojo lo dominaba por completo. Finalmente se rindió, hastiado y agotado.
—Mira...sólo trata de no tocarme y estaremos bien.
—Pero eso no es lo que hacen las parejas.
—A estas alturas no sé si tienes un problema mental o no entiendes lo que te digo, tú y yo no somos nada.
Fugaku se dio media vuelta y comenzó a alejarse pero Rinko más tenaz que nunca se puso de pie y se aferró al brazo de él.
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Amor...LOCO amor
أدب الهواة¿Qué harías si tuvieras 12 años y el chico más atractivo del mundo y que es tres años mayor se interesa por ti? Es lo que Mikoto se preguntó al conocer a Fugaku Uchiha en el verano de 1974, un verano que marcó su vida...para mal, porque ese chico ma...