Los días avanzaron y fueron los más maravillosos que Mikoto hubiera vivido hasta ese momento. Mientras Fugaku trabajaba en el jardín de Mito por las mañanas en las tardes se divertía en compañía de Mikoto y el estado de enamoramiento de ambos aumentó a niveles insospechados bajo el cálido sol de verano. Las tardes que pasaron en el prado o dando paseos en bicicleta por los alrededores se transformaron en recuerdos escritos en el diario de Mikoto.
Hashirama no sospechaba absolutamente nada de lo que sucedía a su alrededor y Mito se reía para sus adentros pensando en que los hombres nunca se dan cuenta de nada, él creía que Fugaku sólo estaba entreteniendo a Mikoto como si se tratase de una hermana pequeña ya que eso era lo que Mito le había dicho y él se conformaba con eso.
Cierto día en que el calor era más intenso de lo normal Mito decidió que Fugaku dejara de trabajar en el jardín y se sentara a la sombra hasta que el sol bajara, el sudor en el rostro de Fugaku caía copiosamente luego de podar arbustos durante toda la mañana.
—Fugaku ¿por qué no vas al baño a refrescarte un poco? El almuerzo no tarda en estar listo, cuando vuelvas Mikoto te servirá té helado—dijo Mito.
—En seguida regreso.
Fugaku se adentró en la casa y subió por las escaleras, el baño se encontraba al final del pasillo del piso superior pero antes de llegar a su destino una puerta entre abierta llamó le llamó la atención, era la habitación de Mikoto, una curiosidad irresistible se apoderó de él y no aguantó las ganas de entrar, sabía que si Mito lo encontraba sería hombre muerto pero no le importó, sería solo un vistazo rápido.
La habitación estaba pintada de blanco y las cortinas de color rosa se movían con el viento que entraba por la ventana. Acomodados en repisas colgadas de las paredes Fugaku observó muñecos y osos de felpa de diferentes colores y tamaños, algunos eran bastante antiguos, sospechó que tal vez ésa fuera la habitación de la madre de Mikoto en el pasado y algunas de sus cosas todavía estuvieran allí.
Un aroma suave y femenino invadía la habitación y le recordó a Mikoto, por un momento la imaginó peinandose el cabello frente al tocador y al observarlo con detenimiento vio el diario que él le había regalado, notó que éste no tenía el candado puesto. La tentación de abrirlo y leer algunas de sus páginas se hacía cada vez más irresistible pero se contuvo, no estaba bien husmear en las cosas de una chica, ya con el hecho de haber entrado a su habitación sabía que estaba haciendo algo incorrecto así que volvió sobre sus pasos y continuó su camino hacia el baño.
Mientras se cambiaba la camiseta sudada y se enjuagaba el rostro se detuvo unos momentos a observar su reflejo en el espejo, éste no pudo darle respuestas a su silenciosa pregunta, ¿Qué sería de él cuando Mikoto se marchara en sólo tres días?
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Los amigos de Fugaku no podían entender por qué de un momento a otro éste había desaparecido, Minato inventaba excusas para cubrir a su amigo como por ejemplo que debía ayudar a su madre y que además había tomado algunos trabajos temporales para ahorrar dinero y así poder comprarse una nueva caña de pescar o un balón de fútbol profesional. Los chicos se conformaron al instante porque ése era un motivo que ellos podían entender, Minato sonrió con ironía...si realmente supieran en lo que Fugaku andaba metido lo acosarían por el resto de la vida. Sólo Shikaku parecía no creer del todo la coartada de Minato, no por algo era el chico más perspicaz del grupo y el mejor promedio de toda la escuela.
Lentamente las horas pasaron y el día previo al cumpleaños de Mikoto la encontró paseando por la pradera junto a Fugaku, se sentaron debajo de su árbol favorito con las emociones a flor de piel, el momento de separarse se acercaba con cada minuto que pasaba.
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Amor...LOCO amor
Fanfiction¿Qué harías si tuvieras 12 años y el chico más atractivo del mundo y que es tres años mayor se interesa por ti? Es lo que Mikoto se preguntó al conocer a Fugaku Uchiha en el verano de 1974, un verano que marcó su vida...para mal, porque ese chico ma...